I.  DOCUMENTOS HISTORICOS

2000.  La Epístola de George Fox al Gobernador de Barbados, 1671       (regresar al índice)
 Nosotros nos debemos y creemos en Dios, el único sabio, omnipotente y eterno,  creador de todas las cosas del cielo y la tierra y preservador de todo lo que ha hecho; quien es Dios por sobre todo, bendito por siempre, de quien es todo el honor y la gloria, dominio alabanza y gracia, ahora y siempre.

Y nos debemos y creemos en Jesucristo, su amado hijo, en quien El es complacido; quien fue concebido por el Espíritu Santo y nacido de la Virgen María; de El tenemos la redención a través de su sangre, e incluso el perdón de los pecados; El es la imagen expresa del Dios invisible, primogénito de toda criatura, por el cual fueron creadas todas las cosas, del cielo y la tierra, visible e invisible, ya sean tronos, o dominios, o principados, o poderes, todo fue creado por El.

Nos debemos y creemos en que El se sacrifico por el pecado, El que no tenía pecado, al que nunca se le encontró pecado en su boca; y quien fuera crucificado por nosotros en carne, quien fuera enterrado y quien se levantó al tercer día por el poder de su padre y por nuestra causa; y creemos que ascendió a los cielos y que está sentado a la derecha de Dios.

Este Jesús  fue la base para los santos profetas y apóstoles; y creemos que no hay otra base más que esa, Jesucristo; creemos que El probó la muerte de cada hombre y derramó su sangre en todos los hombres y por nuestros pecados y no sólo por nosotros, sino también por los pecados del mundo entero; Juan el Bautista lo testificó diciendo “Bendito el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” Juan 1:29

Creemos que El sólo es nuestro redentor y el capitán de nuestra salvación, (quien nos salva del pecado, así como del infierno, y destruye al maligno y a su trabajo), es la semilla de la mujer y golpea a la serpiente en su cabeza para gracia de Jesucristo, el alfa y omega, el principio y el fin.

El es (como lo dicen las Sagradas Escrituras) nuestra sabiduría, justificación, y redención, y no hay salvación en ningún otro, ya que no hay otro nombre bajo el cielo que haya sido dado a los hombres como su salvador.

El es por sí solo el pastor y el obispo de nuestras almas; El es nuestro profeta, quien Moisés por mucho tiempo testificó diciendo: “El Señor tu Dios les hará surgir un profeta como yo de entre sus hermanos. Escuchen todo lo que El les va a decir y todo el que no escuche a ese profeta será eliminado del pueblo” Hechos 3:22:23. ( Y es El el que ha venido para darnos entendimiento y hacernos saber que es verdad.” El gobierna nuestros corazones a través de la ley de amor y de vida y nos hace libres de la ley del pecado y la muerte).

Ya que no tenemos vida sino a través de El; El es el espíritu vivificador, el segundo Adán, el Señor de los cielos, por quien  limpió la sangre de nuestras conciencias rociadas de muerte, para servir a un Dios vivo.

El es nuestro Mediador, El es el que hace la paz entre el Dios ofendido y nosotros, El es el juramento de Dios, el nuevo compromiso de luz, vida, gracia y paz; es el autor y el que termina nuestra fe.

Hoy ese Señor Jesucristo, el hombre de los cielos, el Emmanuel, Dios con nosotros, nosotros nos debemos y creemos en El.El es a quien los sumos pontífices se revelaron y dijeron que estaba blasfemando, a quien los sacerdotes y autoridades judías se confabularon en su contra y le dieron muerte; el mismo a quien Judas lo traicionó por treinta monedas de plata que los sacerdotes le dieron como recompensa por su traición; también le dieron mucho dinero a los soldados para que hicieran pública una mentira;que sus discipulos robaron en la noche mientras dormían.

Y después de su muerte, la historia de los Hechos de los Apóstoles muestra como los jefes de los sacerdotes y los mayores persiguieron a los discípulos de Jesús por predicar a Cristo y su resurrección. Este, como lo decimos, es el Señor Jesucristo, a quien proclamamos nuestra vida y salvación.

Con relación a las Sagradas Escrituras, creemos que éstas fueron dadas por el Espíritu Santo de Dios, a través de los hombres santos de Dios, quienes, (como lo declaran las mismas escrituras en II Pedro 1:21)hablaron movidos por el Espíritu Santo”, creemos que deben ser leídos, creídos y cumplidos (el que los cumple es Cristo); y son útiles para enseñar, rebatir, corregir, guiar en el bien. La Escritura hace perfecto al hombre de Dios y lo deja preparado para cualquier trabajo”. II Timoteo 3:16,17; y se hacen sabios  “la salvación a través de la fe la cual está en Jesucristo.” (Llamamos a la Sagradas Escrituras, como Cristo y sus Apóstoles las llaman--La Palabra de Dios).

 Declaramos que estimamos el deber que nos incumbe al rezar, y para enseñar e instruir y amonestar a aquellos que pertenecen a nuestras familias. Hoy, los negros y los indios forman gran parte de las familias de esta isla para quienes se necesitará un censo por parte de El, quien viene a juzgar al vivo y al muerto, en el gran día del juicio, cuando cada uno será juzgado por sus actos en el cuerpo ya sea que haya sido bueno o malo; en ese día, de la resurrección del bueno como del malo, del justo como del injusto. “Cuanto el Señor Jesús sea revelado de los cielos, con sus ángeles, en fuego vivo, tomando venganza de aquellos que no conocen a Dios, y no obedecen ningún evangelio del Señor Jesucristo, quienes serán castigados con la destrucción eterna de la presencia del Señor y de la gloria de su poder; cuando El venga para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que creen en ese día” II Tesalonicenses 11:7-10. Ver también II Pedro 3:3.

Confesamos sinceramente el divino honor y adoración al Hijo de Dios; y que es El la fe verdadera que ponemos al orar, y el nombre del Señor Jesucristo a quien llamamos (como lo hacían los primeros cristianos) porque existe una gloriosa unidad del Padre y del Hijo porque debemos aceptar que al orar y alabar a Dios no podemos recibir respuesta o bendición de Dios sino a través de su hijo.

          De la Declaración de Doctrina Cristiana dada por la iglesia en 1671.


3000. Declaración de Fe emitida por la Conferencia de Richmond en 1887       (regresar al índice)
 Es mediante un profundo sentimiento de lo que le debemos a quien nos ha  amado, que ofrecemos una declaración de aquellas doctrinas fundamentales de  cristiandad verdadera que han sido siempre profesadas por nuestro sector de la iglesia de Cristo.

DE DIOS
Creemos en un Dios santo (Isa. 6:3, 57:15) Omnipotente(Gén. 17:1), todo sabiduría(Rom. 11:33, 16:27) y eterno(Sal. 90:1,2); Dios, el Padre, (Mat. 11:25-27) el creador(Gen.1:1) y preservador (Job 7:20) de todas las cosas, y en Jesucristo su único hijo, nuestro Señor, por quien todas las cosas fueron hechas (Juan 1:3) y por quien todas las cosas existen (Col. 1:17), y en el Espíritu Santo proveniente del Padre y del Hijo (Juan 15:26, 16:7), el reprensor (Juan 16:8) del mundo; el testigo de Cristo (Juan 15:26) y el maestro(Juan 14-26), el guía (Juan 16:13), el santificador(II Tes. 2:13) de la gente de Dios; y que son tres en una eterna deidad (Mat. 28:19, Juan 10:30, 17:21), para El el Honor, la alabanza y las gracias, ahora y por siempre. Amén.

EL SEÑOR JESUCRISTO.
Con reverencia y gratitud  profesamos incondicional lealtad a nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Nunca un hombre vio a Dios; el único, el Hijo que está en el corazón del Padre y que lo ha declarado  (Juan 1:18) en El está la vida, y la vida es la luz de los hombres. (Juan 1:4) El es la luz verdadera que alumbra a cada hombre en el mundo(Juan 1:9) a través del cual la luz verdadera de todas las épocas ha provenido del Padre de las luces. (Juan 1:1) quien estuvo con Dios y que fue Dios, revelándose en infinita sabiduría y amor, ambos como creadores del hombre (Col. 1:13-16) y redentor (Col. 1:14) a través del cual fueron creadas todas las cosas que hay en el cielo y en la tierra, visible e invisible. Fue concebido por el Espíritu Santo(Mat. 1:20), nacido de la Virgen María, (Mat.1:23-25, Lucas 1:35) el verbo hecho carne (Juan 1:14), y derramado entre los hombres.
En la plenitud (Gal. 4:4) del tiempo designado, siendo ordenado antes de la formación del mundo (I Pedro 1:20) que el cumplió (Isaías 11:1-5, Isa. 52:13-15) el consuelo eterno de justicia y amor de Dios para la redención del hombre.(Isa. 53) En el se encuentra toda la plenitud de la deidad corporal. (Col. 2:9)Aún siendo rico, se hizo pobre por nuestra causa, volviéndose sirviente(Filip. 2:7 El brillo de su gloria, que vienen a través de El, la bondad y amor de Dios  (Tito 3:4)   hacia el hombre pueden aparecer en forma de nuestros deseos y finitas capacidades. El hizo el bien (Hechos 10:38), por nosotros el sufrió(Isa. 53:4, Lucas 12:50, 19:41, 22:44) tristeza, hambre, sed, (Juan 4:6), dolor, angustia (Lucas 22:43,44) de cuerpo y de alma, siendo en todo momento tentado, como nosotros, pero sin pecado. (Heb. 4:15). De esta forma se humilló para que seamos exaltados, El reconoció enfáticamente sus deberes y los sufrimientos de la humanidad, mediante la obediencia de fe, dejándonos un ejemplo perfecto (I Pedro 2:21) de toda justicia  (Mat. 3:15) y de autosacrificio de amor.

Pero no sólo por estas relaciones benditas se debe apreciar al Señor Jesucristo. En El es revelado el Dios verdadero y el hombre perfecto (Efe. 4:13), un redentor al mismo tiempo, capaz de sufrir para salvarnos . El fue obediente hasta su muerte (Fili. 2:8) incluso la muerte en la cruz por nuestros pecados, y no por nosotros solamente, sino por los pecados del mundo entero (I Juan 2:2); en quien tenemos la redención a través de su sangre (Efes. 1:7) para perdonar los pecados de acuerdo a la riqueza de su gracia. Es una alegría confesar que el perdón de los pecados se lo debemos únicamente a su sacrificio y no a otra cosa. (Apología de Barclay, p. 141). El fue enterrado y se levantó al tercer día (I Cor. 15:4) de acuerdo a las Escrituras, convirtiéndose en sus primeros frutos (I Cor. 15:23) y luego de mostrarse vivo mediante muchas pruebas infalibles (Hechos 1:3) el subió al cielo y está sentado a la derecha del padre, ante la presencia de Dios por nosotros. (Heb. 1:3, 9:24). Con los apóstoles que presenciaron su ascensión, nos queda la confianza de estos mensajeros angelicales, “Este mismo Jesús que fue tomado de entre nosotros hacia el cielo, vendrá de la misma forma desde el cielo” (Hechos 1:11, y ver v.7). Con el apóstol Juan quisiéramos unirnos en la palabra “Amen; ven señor Jesús” (Rev. 22:20). Y ahora, mientras observamos y esperamos, nos regocijamos en creer que El es nuestro Rey y Salvador, El es el único mediador del compromiso nuevo y eterno (I Tim. 1:5, Heb. 9:15), el que hace la paz y la reconciliación entre el Dios ofendido y el ofensor (Epístola de George Fox al Gobernador de Barbados); el sumo pontífice cuyo sacerdocio es incambiable. (Heb 4:14, 7:24). El es capaz de salvar lo extremo, que viene de Dios a través de El, viendo que El siempre vive para interceder por nosotros. (Heb. 7:25) El tiene todo poder dado en el cielo y en la tierra. (Mat. 28:18). Por El el mundo será juzgado con justicia (Hechos17:31) ya que el padre no juzga a ningún hombre sino que ha comprometido todo juicio a su hijo , todos los hombres deben honrar al Hijo como si honraran al padre (Juan 5:22,23). Todos los que estén en sus tumbas escucharán su voz, y vendrán a El, todo el que haya hecho bien para la resurrección a la vida y todo el que haya hecho mal para la resurrección al juicio.(Juan 5:28, 29, R.V.)

Reverentemente confesamos y creemos que  el honor y la adoración divina son debidas al Hijo de Dios y que El es en la fe verdadera a quien debemos rezar e invocar su nombre, como lo hicieron los primeros cristianos, debido a la unidad de Padre e Hijo; y que no podemos aceptar ofrecer plegarias a Dios y recibir alguna gracia o respuesta o bendición de El sino a través de su querido Hijo  (Declaración de 1693 en la Historia de Sewell, Vol. II, 379). Nosotros deberíamos, con humilde agradecimiento dar un testimonio especial al dominio y poder perpetuo de nuestro Señor en su iglesia. A través de El, el redentor de todas la generaciones ha derivado su luz, su perdón y su júbilo. Todos son miembros de la iglesia cualquiera que sea el nombre como la llaman entre los hombres, quienes han sido bautizados en el Espíritu dentro de un cuerpo; quienes se han construido como piedras vivientes en Cristo, la base eterna, y están unidos en amor y fe en la hermandad, la cual está con el Padre y con el Hijo. El Señor Jesucristo es la única cabeza de esta iglesia. (Efes. 1:22). Todos sus miembros verdaderos son uno en El. Ellos han lavado sus ropas y la han hecho blancas en su preciosa sangre, (Rev. 7:14) y el los ha hecho sacerdotes en Dios y en su Padre.(Rev. 1:6) Luego se regó en sus corazones mediante la fe y les ha dado paz. Su voluntad es la ley y en El se disfruta de libertad verdadera, la libertad de la atadura del pecado.

EL ESPIRITU SANTO
Creemos que el Espíritu Santo es una unidad del Dios eterno, uno con el Padre y con el Hijo. (Mat. 28:19, II Cor. 13:14). El es el que conforta. “Quien” Cristo, “El Padre les enviará en mi nombre” (Juan 14:26). El testifica y glorifica a Jesús. (Juan 16:14). Es el Espíritu Santo que hace que la maldad se manifieste. El limpia a los que están muertos y los abre a los ojos del cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (Efe. 2:1). Viniendo en nombre y con la autoridad del salvador que se levantó al cielo. El es la prenda preciosa del amor que continúa y que exalta a nuestro Rey. El toma las cosas de Cristo y la muestra, como una posesión valiosa para el alma creyente. (Juan 16: 14)
Dispersándose en el corazón de los creyentes (Juan 14:17)El abre su entendimiento para que puedan ser entendidas la Escrituras y se convierte en corazón, guía, soporte, ayuda y santificador.

Creemos que la calidad esencial para el servicio de Dios está conferida en sus hijos a través de bautismo en el Espíritu Santo. Este Espíritu Santo es el sello de reconciliación del creyente en Jesús (Efe. 1:13,14) el testigo de su adopción en la familia del redimido (Rom. 8:15, 16), es recibir la más preciada alegría que dura hasta el fin.

Nosotros no poseemos ningún principio de luz espiritual, vida o santidad, pero la influencia del Espíritu Santo de Dios es conferida al género humano en muchas medidas y grados, a través de Jesucristo nuestro Señor. Es la capacidad de recibir esta influencia bendita la cual se dá de una manera especial y pone al hombre por encima de las bestias que perecen; que lo distingue en cada nación y en cada clima, como un objeto de redención y de amor a Dios; es un ser no sólo inteligente sino responsable; por medio de El se da el mensaje de salvación a través del redentor crucificado, es bajo toda circunstancia hecho para ser un sonido de alegría. El Espíritu Santo debe ser distinguido tanto desde la consciencia, la cual alumbra, como desde la facultad natural de la razón, la cual cuando no está sujeta a su sagrada influencia, es, en las cosas de Dios muy necia. Como el ojo es al cuerpo, así lo es la consciencia para el ser interior, el órgano por el cual se ve; y así como la luz y la vida son esenciales para el ojo, así también la consciencia como un ojo interno, no puede ver bien sin que limpie e ilumine el Espíritu de Dios. Siendo uno con el Padre y con el Hijo, el Espíritu Santo no puede separarse o deshonrar a nuestro, una vez crucificado, y ahora glorificado y elevado redentor. Nosotros rechazamos cualquier iluminación profética o espiritual que esté separada de la fe en Jesús de Nazareth, crucificado por nosotros en Jerusalem.

LAS SAGRADAS ESCRITURAS
Siempre ha sido la creencia de la sociedad de los Amigos, y aún la es,  que las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento han sido dadas por inspiración de Dios ; y de allí que no puede haber ningún tipo de autoridad, cualquiera que sea capaz de adjudicarse la salvación a través de la fe, la cual está en Jesucristo. “Ha sido escrito y debo de creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que la creencia es la vida a través de su nombre”.(Juan 20:31). Las Escrituras son los únicos registros divinos autorizados de las doctrinas, las cuales se nos ha ordenado aceptar, como cristianos, así como los principios de moral los cuales regulan nuestras acciones. A nadie se le pide que crea como un artículo de fe, cualquier otra doctrina que no está contenida en ellas; y cualquier cosa que alguien haga o diga que sea contrario a las escrituras, aún cuando  se diga estar  bajo la orientación inmediata del Espíritu Santo, debe ser rechazada y considerada simple mentira. Para el cristiano, el Antiguo Testamento viene con la prueba solemne y repetida de su Señor. y debe ser leída a la luz de la plenitud del Nuevo. De esta manera su significado no será desvanecido, y el discípulo humilde será enseñado a discernir la unidad y la adaptación mutua de la total y variada armonía de su testimonio a Cristo. El gran inspirador de las Escrituras es su verdadero interprete. El realiza su función con un amor condescendiente, no para tratar de reorientar nuestro entendimiento, sino para renovarlos e iluminarlos. Donde Cristo preside siempre surge la especulación, pero su doctrina es aprendida cuando se hace su voluntad, y todo el conocimiento surge de una profunda y rica experiencia de su verdad y amor.

LA CREACION DEL HOMBRE Y SU CAIDA
Dios se complació en su sabiduría y bondad al crear al hombre del polvo de la tierra, y al soplar en su nariz  el aliento de vida, para que el hombre fuera un alma viviente; fue formado a imagen y semejanza de Dios, y capaz de cumplir la ley divina, y mantener comunión con su hacedor. (Gén. 2:7, 1:26, 27). Siendo libre para obedecer o desobedecer,  transgredió lo ordenado bajo la tentación de Satanás (Gén. 3:1-7) y desde allí perdió su vida espiritual de justicia en la cual fue creado; y la muerte pasó sobre él como consecuencia inevitable de su pecado (Rom. 5:12) Al igual que los hijos del caído Adán, todo el género humano lleva su imagen. Forma parte de su naturaleza y están envueltos en las consecuencias de su caída. Para todo miembro de toda generación sucesiva, las palabras del redentor son siempre aplicables, “Debemos nacer nuevamente” (Juan 3:7) pero mientras mantenemos estos puntos de vista sobre el hombre y su caída, también nos alegramos al saber que no hay pecado impuesto hasta que no se transgreda la ley divina, y se nos ha dado suficiente capacidad para entender esto; y entender de que los bebés a pesar de heredar su naturaleza de caída son salvos en la misericordia infinita de Dios mediante la redención en Jesucristo.

JUSTIFICACION Y SANTIFICACION
“Dios amó tanto al mundo que entregó a su único hijo, para que todo el que creyera en él no perezca sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16) Creemos que la justificación es la gracia gratuita de Dios, a través del arrepentimiento y la fe, el perdona nuestros pecados y nos da una nueva vida, y es recibido no por cualquier trabajo de justicia que hayamos hecho (Tito 3:5) sino por la misericordia de Dios en Jesucristo. Mediante la fe, en El y el derramamiento de su preciosa sangre, se quita la culpa del pecado y nos reconciliamos con Dios. La ofrenda de Jesucristo, como la propiciación de los pecados de todo el mundo, es la manifestación tanto de la justicia como del amor de Dios. Esta propiciación del perdón del pecado no encierra una anulación o relajación de la ley de santidad. Es la reivindicación y establecimiento de esa ley (Rom. 3:31), en virtud de la libre sumisión del Hijo de Dios a sus requerimientos. El, incambiablemente justo, se proclamó justificador de todo el que creyera en Jesucristo (Rom. 3:26). De época en época, los sufrimientos de Jesús han sido un misterio escondido y una roca de ofensa para el no creyente. Aún para el humilde penitente cuyo corazón está roto bajo el poder de convicción del Espíritu Santo, la vida se revela en esa muerte. Conforme observamos al que fue herido por nuestras transgresiones (Isa. 53:5) y sobre quien el señor se complació en dar la injusticia de todos nosotros (Isa. 53:6) sus ojos cada vez más se han abierto para ver, y su corazón para entender el pecado por el cual el salvador murió. En el sentido de la gracia del perdón, El se regocija en Dios a través de nuestro señor Jesucristo, de quien hemos recibido la salvación (Rom. 5:11).

Creemos en la conexión con la Justificación y la regeneración, que aquellos que han tenido esta experiencia saben que no es por sí mismos  (I Cor. 6:19) sino que estando reconciliados con Dios mediante la muerte de su Hijo, estamos salvos por su Vida (Rom. 5:10) se nos da un nuevo corazón y nuevos deseos; las cosas viejas pasan y nos volvemos nuevas criaturas (II Cor. 5:17), mediante la fe en Jesucristo nuestra voluntad se rodea de Su Santa voluntad, la gracia reina a través de la justicia, en la vida eterna mediante nuestro Señor Jesucristo (Rom. 5:21).
La santificación es experimentada en la aceptación de Cristo en la fe viviente por medio de la justificación, y más allá de un pecador perdonado, a través de la fe en Cristo, el pecador es vestido con la medida de la justicia de Cristo, y recibe el Espíritu de  promesa,  “Tu has sido lavado y santificado en el nombre de Jesús nuestro Señor y del Espíritu de nuestro Dios”. (I Cor. 6:11). Nos alegramos al creer que la gracia de Dios es suficiente para dar poder, así como para liberar de culpabilidad, de pecado, y para dar la capacidad a sus hijos creyentes de poder triunfar en Cristo(II Cor. 2:14). Cuan llena de valor es esta declaración “Uno recibe de acuerdo a su fe” (Mateo 9:29). Cualquiera que se someta completamente a Dios, creyendo y haciendo suyas sus promesas, y ejecutando su fe en Jesucristo, tendrá su corazón limpio de pecado gracias a Su sangre y gracias al poder de renovación del Espíritu Santo. Se mantendrá en conformidad con la voluntad de Dios, lo amará con todo su corazón, mente, espíritu, y fuerza, para poder decir, como el apóstol Pablo “La ley del Espíritu de vida en Jesucristo, me ha hecho libre de la ley de pecado y de muerte” (Rom. 8:2) Así, en esta experiencia, la santificación es la liberación de la contaminación, naturaleza y amor  de pecado. Cada uno es llamado a esto, para que podamos servir al Señor sin temor, en santidad y justicia ante El, todos los días de nuestra vida. (Luc. 1:74,75). “El mismo Dios de paz los santifica completamente y ruego a Dios para que todo su espíritu, cuerpo y alma sean exentos de culpa hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo. El que los llamó es fiel y así lo hará” (I Tes. 5:23-24)  Aún el más santo de los Cristianos puede ser tentado, y está expuesto a los sutiles enfrentamientos con Satanás, y sólo puede continuar en santidad orando humildemente y dependiendo constantemente en su salvador, caminando en su luz (I Juan 1:7) en el amor y en la obediencia de fe.

LA RESURRECCION Y EL JUICIO FINAL
Creemos, de acuerdo a las Escrituras, que habrá una resurrección de la muerte del justo y del injusto  (Hechos 24:15) y que Dios ha designado ese día para juzgar al mundo en justicia, mediante Jesucristo(Hechos 17:31) pues incluso el santo apóstol, todos nos presentaremos ante el juicio de Cristo, “cada uno recibirá las cosas hechas en su cuerpo, de acuerdo a lo que haya hecho, ya sea bueno o malo”. (II Cor. 5:10).

No sólo creemos en la resurrección en Cristo desde un estado de caída y de pecado, sino también en la ascensión a la gloria del Padre después. Todos aquellos débiles que viven en rebelión contra la luz de su gracia y que murieron  finalmente penitentes, vendrán a la resurrección de la condena. Y creemos que cada alma de cada hombre y mujer será reservada en su propio ser único y distinto, y tendrá su propio cuerpo como Dios se complació en dárselo. Fue creado un cuerpo natural y será elevado a un cuerpo espiritual (I Cor. 15:44)siendo primero lo natural y luego lo espiritual. Y se dijo también “Porque es necesario que nuestro ser mortal y corruptible, se revista de la vida que no sabe de muerte ni corrupción” (I Cor. 15:53), El cambio será de tal manera que esté de acuerdo con la declaración: “La carne y la sangre no heredarán el reino de Dios, o con otras palabras, todo  eso del hombre que, es para descomponerse, no pasará sin más a la existencia incorruptible(I Cor. 15:50) Debemos ser elevados fuera de toda corrupción y fuera de toda mortalidad, y serán los hijos de Dios siendo los hijos de la resurrección (Lucas 20:36). (Ver también la declaración de 1693, la Historia de Sawell Vol. II 383-384).
“Para nosotros nuestra patria está en el cielo, de donde vendrá el salvador al que tanto esperamos, Cristo Jesús el Señor. Cambiará nuestro cuerpo miserable y lo hará semejante a su propio cuerpo del que irradia su gloria, usando así esa fuerza con la que puede someter así a todas las cosas”.(Fil. 3:20-21)

Creemos en que el castigo al débil y que la bendición al justo será eterna, de acuerdo a la declaración de nuestro redentor, por quien el juicio será llevado a cabo, “Y estos irán al suplicio eterno y estos otros a la vida eterna” (R.V. Mateo 25:46).
 
EL BAUTISMO
Expresamos nuestra continua convicción de que nuestro señor no designó ningún rito externo de ceremonia en su iglesia. Aceptamos cada mandamiento de nuestro señor por ser su genuina voluntad y definitiva. Creemos que el uso de ordenanzas externas es para nosotros solo un asunto, no que sea autorizado por Cristo, sin embargo es en Su significado.
Nosotros creemos reverentemente en que existe un Dios y una sola fe, por lo tanto uno es el bautismo (Efes. 4:4,5) Aún cuando todos los creyentes son bautizados en un Espíritu y en un cuerpo, (I Cor. 12;13, R.V.) éste no es un bautismo externo con agua, sino que es una experiencia espiritual; no se trata de una limpieza corporal  (I Pedro 3:21) sino de unirse a Dios con la conciencia limpia, transformando el corazón y el alma hacia Cristo, en la experiencia de amor y poder, por la resurrección de Cristo. Ningún bautismo en agua externa podrá satisfacer la descripción del apóstol, de ser enterrados con Cristo por el Bautismo para compartir su muerte.(Rom. 6:4) Es únicamente por el Espíritu que uno puede ser bautizado. En esta experiencia se cumple el anuncio de la venida de nuestro señor, “El los bautizará con fuego es decir con el soplo del Espíritu Santo” (Mateo 3:11). De esta manera aceptamos nuestro compromiso dado en Mateo 28:18-20)  “Entonces Jesús acercándose les habló con estas palabras: Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por eso vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo  y del Espíritu Santo; y enséñenles a cumplir con lo que yo les he encomendado, yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine el mundo”.  (R.V.) Esto, como nosotros lo creemos, no fue mandado para establecer un nuevo ritual bajo un nuevo compromiso; el conectar la iniciación a la membresía, en su naturaleza esencialmente espiritual, con una mera ceremonia típica. por otro lado, no era posible para el apóstol Pablo quien no era inferior a los superapóstoles (II Cor. 11:5) y mostró la esencia de su compromiso cuando escribe “Cristo me ha enviado no para bautizar sino para predicar el Evangelio” (I Cor. 1:17)
Cuando se ordena una ceremonia externa, los detalles, el modo y los incidentes de esa ceremonia llegarán a ser de su esencia. Hay una ausencia de estos detalles en el texto anterior lo cual confirma nuestra percepción de que el compromiso debe ser construido en conexión con el poder del Espíritu que el resucitado prometió estaría de testigo de sus apóstoles y de la iglesia, y el cual después del Pentecostés los acompañó en su ministerio de palabra y oración, para que todos los que fueran enviados sean introducidos en una experiencia de conocimiento vivo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

LA CENA DEL SEÑOR
Conectados íntimamente con la convicción antes expresada, mantenemos el mismo punto de vista con relación a la verdadera cena del Señor. Nosotros somos conscientes de que el señor se ha complacido en utilizar una diversidad de símbolos, sin embargo El a menudo reprendía a sus discípulos por tomar literalmente lo que tenía que ser tomado únicamente en su sentido espiritual. Su enseñanza, como la parábola del lavado de pies, fueron dadas como símbolos y debía ser recibida a la luz de su declaración enfática, “Las palabras que yo les digo son espíritu y vida” (Juan 6:63). El Antiguo Testamento está lleno de símbolos ceremoniales; El Nuevo Testamento en el cual el salvador alude la Ultima Cena, está expresamente declarado por el profeta “No estar de acuerdo con el Antiguo” (Jer. 31:32; Heb. 8:9). Nosotros no creemos que al establecer este Nuevo Testamento el Señor intentara una institución que no armonizara con el espíritu de la Profecía. El comer su cuerpo y beber su sangre no pueden ser actos externos. Ellos forman parte de quienes descansan en los sufrimientos y la muerte de nuestro Señor como su única esperanza y a quienes el Espíritu da de tomar  de la plenitud de Cristo.  Es éste el sentido espiritual que conlleva la verdadera cena del señor.

La presencia de Cristo con su iglesia no está diseñada para  ser un símbolo o representación, sino una comunicación real con el mismo espíritu. “Yo rogaré al Padre y el les enviará a otro intercesor que permanecerá siempre con ustedes” (Juan 14:16). Convenciéndonos del pecado, testificando a Jesús, tomando las cosas de Cristo este bendito intercesor se comunica al creyente en una manifestación de gracia permanente de la Real Presencia del Señor. Es como una grandiosa remembranza de la promesa cumplida, El no necesita intervención ritual o sacerdotal para traer la verdadera experiencia ritual y sacerdotal de verdadera conmemoración y unión. “Mira”, “que estoy a la puerta y llamo, si alguien escucha mi voz y me abre, entraré a su casa a comer, yo con él y él conmigo”(Rev. 3:20) De manera especial, cuando nos reunimos para un culto  congregacional, los creyentes están invitados al festival de la paz del Señor, en un hecho unido de fe y de amor, libre de todo rito externo o ceremonial, para compartir juntos el cuerpo que fue destruido y la sangre que fue derramada por ellos. El culto debe ser capaz de entender las palabras de los Apóstoles como una expresión de dulzura y de experiencia real: “La copa de bendición que bendecimos, no es una comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, no es una comunión con el cuerpo se Cristo? Uno es el pan y por eso formamos todos un sólo cuerpo, participando todos del único pan” (I Cor. 10:16,17)

EL CULTO
el culto es esa respuesta del corazón y la mente a la influencia del Espíritu de Dios, no se basa en formas o en el formal desuso de las formas; puede ser sin palabras como con ellas, pero tiene que ser en espíritu y en verdad. (Juan 4:24) Reconocemos el valor del silencio, no como un fin, sino como un medio para alcanzar el fin; un silencio no de ausencia de ruido, sino de sagrada expectación ante el Señor, es nuestro privilegio estar unidos en adoración al Dios omnipotente, esperando de El la renovación de nuestra fuerza, para una comunión mutua, para la edificación de los creyentes en el ejercicio de los diversos dones espirituales, y para la declaración de la alegría de la salvación del redentor quien estará con nosotros. El culto no depende de números, pues Donde dos o tres estén reunidos en nombre de Cristo, es allí donde está la iglesia, y Cristo, la cabeza viviente, en medio de ellos.

Es a través de su mediación, sin necesidad de ningún instrumento inferior, es la aproximación al Padre y reverenciarlo en el culto. El Señor Jesús ha cumplido para siempre el sacrificio mediante el cual se ofrece en la cruz por nosotros. El ha abierto la puerta de acceso en el santuario interno, y ha dado dones espirituales para el servicio de su templo, disponible para todo aquel que adora en espíritu y verdad. El corazón roto y arrepentido, la confesión del alma postrada delante de Dios, la oración del afligido. Júntense para rezar salmos, himnos y cánticos espirituales, canten y celebren interiormente al Señor (Efe. 5:19)  El simple ejercicio de fe, el auto-negarse el servicio de amor, son algunos de los sacrificios que El, nuestro misericordioso y fiel gran maestro se complació en preparar, mediante Su Espíritu en los corazones de quienes quieren recibirlo, y presentar la aceptación de Dios.

Por medio del Espíritu Santo, El como cabeza de la Iglesia selecciona y califica a aquellos que van a presentar su mensaje, o que van a estar comprometidos en otras cosas para su servicio, es por eso que no podemos hacer ningún otro arreglo con nadie durante nuestras reuniones regulares de culto. Nosotros somos conscientes que el Señor nos ha proveído de una diversidad de dones (I Cor. 12:4-6) para las necesidades tanto de la iglesia como del mundo, y queremos que la iglesia sienta su responsabilidad bajo el gobierno de la Gran Cabeza, para cumplir con su parte más allá de estos dones, y haciendo los arreglos para su propio ejercicio.

No es para exaltación individual, sino para beneficio mutuo que han sido concedidos esos dones (I Cor. 12:7) y cada iglesia viviente, bajo el gobierno de Cristo es humilde y agradecida por recibirlos y ejecutarlos en sumisión a la Gran Cabeza. La iglesia que sofoca el Espíritu y la vida debe morir.

Creemos que la prédica del evangelio es uno de los medios divinamente designados para difundir la alegría de vida y de salvación a través de nuestro redentor crucificado, tanto para el despertar a la conversión de los pecadores como para el confort y edificación de los creyentes.  Es una prerrogativa para la Gran Cabeza de la iglesia el seleccionar y convocar a sus ministros del evangelio, ya que creemos que tanto los dones como la calificación para el ejercicio de ellos deben ser derivados inmediatamente por El, y que así como en la iglesia de los primeros tiempos, y como ahora El confiere dones espirituales tanto a hombres como a mujeres, concordando con la profecía recitada por el apóstol Pedro, “Sucederá en los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre todos los mortales, sus hijos y sus hijas profetizarán” (Hechos 2:17) Con respecto a lo que el apóstol declara, “Porque la promesa es para ustedes y para sus hijos y para todos los extranjeros que el Señor llame”.  Puesto que los dones son recibidos libremente, entonces serán libremente ejecutados (Mat. 10:8. Ver también Hechos  20:33-35) en simple obediencia a la voluntad de Dios.

Los dones espirituales no deben ser equivocados por la gracia; ellos se suman a nuestra responsabilidad, pero no se debe colocar al ministro sobre sus hermanos y hermanas. Ellos deben trabajar en continua dependencia de nuestro señor, y bendito es aquel ministerio en el cual el hombre es humilde, y donde Cristo y su gracia son exaltados. “El que es grande entre ustedes,” dice nuestro Señor y Maestro, “déjenlo ser como el más joven; pues aquel que es jefe es aquel que debe servir, Yo estoy entre ustedes como aquel que sirve”(Lucas 22:26,27).

Debido a que la iglesia no puede conferir dones espirituales, es su deber reconocerlos y promover su eficiencia por todos los medios en su poder. Y si por un lado el evangelio nunca debe ser predicado por dinero(Hechos 8:20, 20:33-35) por el otro es el deber de la iglesia hacer tal provisión para que nunca sea obstaculizada por querer hacerlo.

La iglesia es sincera en su obediencia, no puede olvidar su mandato “vayan por el mundo y anuncien la buena nueva a toda la creación” (Marcos 16:15). Sabiendo que el Espíritu de Dios prepara y califica los instrumentos para cumplir su mandato, el discípulo verdadero debe ser encontrado a los pies de Jesús, escuchando para poder aprender y aprendiendo para poder obedecer. El se coloca humildemente a los pies del Señor y cuando escucha el llamado: A quién enviaré y quién irá por nosotros?” el se prepara para responder en inocente reverencia y amor, “aquí me tienes, mándame a mí” (Isaías 6:8).

ORACION Y ALABANZA
La oración es el resultado de nuestro sentido de necesidad, y de nuestra continua dependencia a Dios. El ha dado la invitación “Pidan y se les dará” (Mateo 7:7)

El es el mediador y el Sumo Sacerdote, mediante su Espíritu surge la petición y lo presenta con aceptación ante Dios. Con tal invitación la oración pasa a ser un privilegio, de todos los que son llamados por su nombre. La oración, es para el débil el preámbulo para el llanto, “Dios ten misericordia de este pecador” (Lucas 18:13) y en cada peldaño de la causa del creyente, la oración es esencial para su vida espiritual. Una vida sin oración es una vida prácticamente sin Dios. La vida del cristiano es un continuo pedir. Es una sed que hace que surja la petición, conforme ésta es satisfecha, aún sigue surgiendo la necesidad por más oración. La oración no está confinada a un gabinete. Impulsada por el Espíritu Santo ésta se convierte en una parte importante de la adoración pública, y cuando sea que la gente del Señor se reúna en su nombre es un privilegio esperar por El con espíritu de gracia y súplica. (Zac. 12:10) Una vida de oración no puede ser otra que una vida de alabanza. Conforme la paz de Cristo reina en la iglesia, sus miembros reciben y aceptan su pura bondad, y cada día le trae amor fresco del Padre. Satisfecho con la bondad de su casa, ya sea individual familiar o de congregaciones, ellos aún continuarán alabándolo (Sal. 134:4)”El corazón que responde al corazón, oh mi alma, todo lo que está dentro de mi, bendito sea su nombre”(Salmos 103:1)

LIBERTAD DE CONSCIENCIA EN SU RELACION CON EL GOBIERNO CIVIL
La consciencia debe ser libre en materia de doctrina religiosa y en materia de hombre alabanza que sólo cuenta para Dios; estas son verdades que fueron plenamente declaradas en el Antiguo Testamento; y que son confirmadas en todo el evangelio por el ejemplo del Señor y de sus discípulos. Al gobernar la consciencia y comandar la alabanza espiritual de su criatura, el hombre es prerrogativa únicamente de Dios. En religión todo acto debe ser libre. Un culto forzado contradice su término, por el cual la alabanza al Padre debe ser en el espíritu y en verdad. (Juan 4:24)

Siempre hemos mantenido de que los cristianos debemos obedecer los mandatos del gobierno civil, excepto aquellos que interfieren con nuestra alabanza a Dios. Le debemos mucho a sus bendiciones. Mediante esto, disfrutamos de libertad y protección en conexión con la ley y con el gobierno civil (Rom. 13:1; I Pedro 2:13-16) Está instituido para promover el bienestar del hombre, de aquí que los magistrados deben ser vistos como ministros de Dios y deben de ser el terror de los malhechores y alabanza de los que hacen el bien. Para  nosotros se trata de un asunto de consciencia brindarles nuestro respeto y obediencia en el ejercicio de sus propias funciones.

EL MATRIMONIO
El  matrimonio es una institución que ha sido ordenada por el mismo creador para ayudar a continuar la familia humana. No es simplemente un contrato civil, no se debe ingresar a el sin una referencia de sanción o bendición de El quien ha ordenado ello. Es un compromiso solemne de por vida (Mateo 19:5,6), hecho para  ayuda mutua y confort de ambos sexos, para ser el apoyo el uno del otro en las cosas temporales y espirituales. Para este fin se necesita la concurrencia espiritual tanto como la temporal y se debe entrar en el con discreta sobriedad y con temor de Dios.

LA PAZ
Declaramos con firme convicción de que toda guerra es incompatible con los preceptos de nuestro divino Señor y legislador y de todos los espíritus de su evangelio, y ello no justifica la necesidad de política, en la que se vean involucrados, ya sea individuos o naciones. Dios dijo “Amen a sus enemigos” (Mat. 5:44; Luc. 6:27) Por que disfrutamos de este amor y del perdón de las ofensas, El, quien nos ha traído ante su presencia, no nos ha dado ningún precepto que no se pueda cumplir; y no dudamos ahora que ellos puedan ser obedecidos. “El señor gobernará a las naciones y enderezará a la humanidad. Harán arados con sus espadas y sacarán hoces de sus lanzas. Una nación no levantará su espada contra la otra, y no se adiestrarán para la guerra (Isaías 2:4, Miq. 4:1). Cuando las naciones apliquen a sus leyes esta divina enseñanza entonces las guerras cesarán.

Debemos expresar humilde pero fervorosamente a nuestro Señor nuestra percepción de que todas las exigencias de los gobiernos civiles y del orden social debe estar bajo la bandera del Principe de la Paz y en estricta conformidad con sus mandamientos.

LOS JURAMENTOS
Tomamos los juramentos como un privilegio inalienable del discípulo del Señor Jesús ya que su sola  afirmación sobre los hechos debe ser aceptado bajo toda circunstancias como un hecho verdadero. Nosotros nos basamos en el mandato de nuestro Señor y maestro “No Jurar”(Mateo 5:34) y creemos que salirse de éste estándar es perjudicial para la causa de la verdad y de la relación entre el hombre con el hombre, y mantener esto es indispensable para nuestro mutuo bienestar. De acuerdo a nuestro parecer se aplica no para profanar el acto de juramento sino también también para los juramentos judiciales. Esto anula cualquier permiso previo que mande lo contrario, y esto para el cristiano es absolutamente definitivo

EL PRIMER DIA DE LA SEMANA
Mientras recordamos que nuestro creador debe estar presente en todo momento para el cristiano, expresamos nuestro agradecimiento al Padre del Cielo que nos ha concedido el honor de separar un día de los siete para descansar, para las actividades religiosas y la alabanza pública; “Así pues si han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas de arriba donde se encuentra Cristo; sentado a la derecha del Padre”. (Col. 3:1) En este día de la semana se debe dedicar especialmente a la reunión con los Amigos, para unirse en la lectura de las escrituras y para esperar por el Señor; y confiamos en que una economía cristianamente sabia de nuestro tiempo, fuerza y compromisos del día podrán ser ordenados para no frustrar las provisiones que para nosotros fueron dadas por nuestro Padre del Cielo, ya sea de alabanza pública o de recogimiento privado y lectura devota.

CONCLUSION
Dando esta declaración de nuestra fe cristiana deseamos que todos nuestros miembros sean humildemente devotos para renovar su fe en cumplir su parte en la gran misión de la iglesia para el mundo que nos rodea, en nombre del redentor crucificado. Vida de Cristo, vida en Cristo, y debe ser siempre vida por Cristo. Por esto es que fuimos creados y redimidos y sólo con ello podemos satisfacer los anhelos de nuestras almas inmortales.