LECCIÓN No. 3  (regresar al índice)

LA SUPERIORIDAD DE LA SABIDURÍA DE DIOS SOBRE LA SABIDURÍA HUMANA

PARA ESTUDIO: I Corintios 1:18-31.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 1:18-31.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 1:18.

PROPÓSITO

Mostrar la sabiduría de Dios manifestado mediante la obra de Cristo y su obra salvadora para los que humildemente aceptan a Cristo.

I.  INTRODUCCIÓN

     En estos versículos, el apóstol reprocha el espíritu de divisionismo de la iglesia de Corinto.  Él dice que la salvación es provista única y exclusivamente por Dios.  Si el evangelio es la revelación divina de la gracia salvadora de Cristo, no había excusa para las divisiones en la Iglesia, o para decir “yo soy de Pablo” o “yo soy de Apolos”.  Por el contrario el conocimiento verdadero de la obra de Cristo debía unificar a los creyentes y terminar con los partidos; porque en Cristo todos somos miembros de un solo cuerpo.

     El evangelio de Cristo no permite la jactancia de ninguna clase.  El pecado básico aquí es el que los hombres se crean con derechos, pero esto no es Evangelio, sino religión.  Sólo cuando nos damos cuenta que ante la salvación de nuestras almas no podemos hacer nada, y que Dios sí puede hacer todo lo que necesitamos, comienza el verdadero evangelio (Juan 14:6).

     La diferencia que existe entre religión y evangelio es ésta: “religión es el esfuerzo del hombre por llegar a Dios, es el hombre buscando a Dios”; pero el evangelio es “la gracia de Dios que ha tomado la iniciativa para salvar a los hombres, es Dios buscando al hombre.  El hombre no puede llegar a Dios, ni con toda su sabiduría junta.  Por eso, “el que se gloría, gloríese en el Señor” (I Corintios 1:31).

     La religión divide a los hombres; el evangelio, en cambio, los une.  La religión hace que el hombre se jacte ante sus esfuerzos propios y su sabiduría; pero el evangelio les hace humildes al enseñarles que “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8).

     El problema de los hermanos de Corinto era que no querían reconocer que ante el hecho de la salvación toda la gloria tiene que ser para Dios, y nunca para Pablo, ni para Apolos, ni para Cefas.


II.  EXPOSICIÓN

A.  LA CRUZ DE CRISTO (v. 18)

     Cuando el apóstol Pablo menciona la “cruz” no se refiere a la cruz de madera, sino al significado teológico de la muerte expiatoria de Cristo que puede redimir a los pecadores.

     Él menciona los dos puntos de vista con que los hombres ven la cruz de Cristo: El de los incrédulos y el de los creyentes.

     El mundo ve la cruz como locura y representa debilidad y no poder.  Pero el concepto de la cruz para el evangelio es que uno adquiere la vida perdiéndola (Lucas 9:23-24).


B.  CUATRO PREGUNTAS (v. 19-20)

     El versículo 19 es una cita que Pablo hace del libro de Isaías para apoyar su opinión que el evangelio no depende de la sabiduría del mundo.  En varios pasajes de Antiguo Testamento, se hace este mismo énfasis. Dios hace a un lado los planes y los recursos mundanos de la gente para hacerles saber que la sabiduría sólo proviene de Dios (Job 5:12; Salmo 33:10; Isaías 19:3).

     Los hombres sabios de este mundo habían buscado por sus propios medios un medio de vida y el conocimiento salvador de Dios, pero en su empeño habían fracasado por completo.  Dios nos demuestra una vez más que la sabiduría de los hombres siempre está destinado al fracaso.

     En el versículo 20, el Señor pregunta que si ha podido la sabiduría de los sabios, escribas o la de los diputados de este siglo, llevarles a un conocimiento verdadero de Dios.  La respuesta es no.  Ellos mismos estaban confundidos.  No por gusto Jesús invita a los escribas, que eran los especialistas de este tiempo en la copia de las escrituras, a que las escudriñaran (Juan 5:39).  Pues aunque ellos las leían todos los días, no habían comprendido todavía que para llegar al Padre hay un solo camino: Cristo.

     V. 21.  Según este versículo, “El mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría”.  O sea, que nadie pudo venir al conocimiento de la verdad espiritual a causa de su inteligencia o sabiduría.  Jesús le dijo a Pedro, luego que éste le declaró quien era Él: “No te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).  Los pecadores perdidos, al igual que las ovejas perdidas son inútiles para encontrar al pastor (Isaías 53:6).  Si Dios no viniera a nosotros, nadie podría ser salvo (Juan 6:44).

     A Dios le agradó, entonces, salvar a los hombres “Por la locura de la predicación”.  Aquí “predicar” no se refiere al acto mismo, sino a su contenido.


C.  LA CRUZ

     “Tropezadero para judíos y para los gentiles locura” (v. 22-23).  Vamos a ver aquí por qué estos dos grupos mal interpretaban el mensaje de la cruz.  El problema básico es que cada uno de estos grupos tenía un concepto equivocado de la salvación y el Salvador.

1.  ¿QUÉ ESPERABAN LOS JUDÍOS?

     Dice el v. 22 que los judíos piden señales.  A ellos les fascinaba todo lo espectacular; el diablo lo sabía y por eso le pidió a Jesús que se tirara del pináculo del templo (Mateo 4:5-11).  De esta manera impresionaría a muchos y creerían en Él; pero no sería un creer genuino, sino un simple asombro.  Muchos creyeron de ese modo, pero Jesús no se fiaba de ellos (Juan 2:23-24).  Incluso cuando Jesús estaba en la cruz, ellos le decían que creerían en Él, si se podía bajar de la cruz (Mateo 27:42).  Pero Jesús sabía que la fe basada en señales era superficial.

     Por otro lado, para los judíos el mensaje de la cruz era una piedra de tropiezo, por estas razones:

a.  Su misma ley señalaba que el que moría en una cruz era “maldito de Dios” (Deuteronomio 21:22-23).

b.  Ellos esperaban un Mesías montado en caballo y no en un asno; esperaban un Mesías que sometiera a sus enemigos, y no que sus enemigos lo sometieran a Él.  Esperaban un Mesías que restaurara la gloria política que la nación tuvo en tiempos de David.

     No aceptaban al Jesús humilde, que decía que había que respetar a César (Mateo 22:21), que Él no había venido para que le sirvieran, sino a servir y a entregar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28).  Aquel hombre humilde que decía que su reino no es de este mundo (Juan 18:36), tenía que parecer, para los judíos, un impostor y no el prometido ungido de Dios.  En este punto se nota claramente que los judíos no habían entendido nada el mensaje de Isaías 53.

2.  ¿QUÉ ESPERABAN LOS JUDÍOS?

     Los griegos y los romanos menospreciaban a los judíos como raza, y, por consiguiente, les parecía ridícula la idea de que su bienestar eterno dependía de un judío, y peor aún, un judío crucificado.

     Los griegos sostenían que la materia era totalmente mala, por lo que consideraban su cuerpo como “la cárcel del alma”, por eso no podían aceptar que Dios se hiciera carne, como lo enseñaba el “mensaje de la cruz” (Juan 1:14).

     Por otro lado ellos también tenían la idea de un Dios, que no sería capaz de sufrir por los hombres, ni mucho menos que quisiera morir por ellos.  Por eso les parecía ridículo el mensaje de un Cristo crucificado por amor a la humanidad.

     En el v. 22 dice también que los griegos buscan la sabiduría.  Lucas anotó en Hechos 17:21 que lo que les gustaba era oír o decir algo nuevo, por lo que el mensaje del evangelio, que no contenía palabras bonitas ni humana sabiduría, les parecía sin ningún valor atractivo.

     Por todo esto y por otras razones más, para los griegos la historia de Jesús era una completa locura.


D.  CRISTO PODER DE DIOS Y SABIDURÍA DE DIOS (v. 24)

     Pero el poder del evangelio había sido plantado con éxito entre judíos y griegos, de tal manera que muchos de ellos que habían oído el llamado de Dios, este mensaje era “poder y sabiduría” en vez de “tropezadero” y “locura”.

     Aquel puñado de “llamados” (v. 24), se “habían hecho necios” por amor de Cristo, y habían desechado sus creencias anteriores y aceptado el evangelio de Jesús (I Corintios 1:27).

     El versículo 25 ha parecido controversial para muchos, pero lo que en realidad quiere decir: lo que parecía ser una insensatez de Dios, vino a ser más sabio que toda la sabiduría humana; y lo que parecía ser una debilidad de Dios es más fuerte que toda la fuerza de los hombres.  O sea, lo que, según los hombres era insensatez y debilidad de Dios (esto es el “Mensaje de la Cruz”) era en realidad, “poder de Dios”.
 

E.  LO QUE DIOS ESCOGIÓ (vs. 26-29)
     Un enemigo del evangelio de los tiempos de Pablo dijo que los cristianos parecían “Un montón de ranas discutiendo alrededor de un charco” o “un puño de lombrices en un terrón de barro”.  Pero esto era en realidad la “Gloria del Evangelio”.  En el imperio romano había como 60 millones de esclavos, que no valían más que una pala vieja o un machete quebrado.  No tenían familia, pues aun sus propios hijos le pertenecían a su amo, pero el poder del evangelio convirtió a estos esclavos en hombres que eran un tesoro delante de los ojos de Dios.

     Dios había escogido lo necio, lo débil, lo vil, lo menospreciado del mundo, pues era precisamente esta clase de personas las que reconocían su necesidad espiritual y por lo tanto, estaban listas a reconocer su pecado y la ayuda que Cristo ofrecía (Mateo 5:3-4).  ¿Por qué Dios no escogió a los sabios?  SENCILLAMENTE PORQUE ellos se creían sin necesidad, pues consideraban que su “sabiduría” era suficiente para salvarse (Apocalipsis 3:17).  ¿Habrá todavía de esa clase de gente?

     Queda claro que para recibir la salvación de Dios, debemos desalojar de nuestro corazón todo orgullo o autojustificación, para que como esta escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor (I Corintios 1:29-31).


F.  ¿QUÉ ES CRISTO PARA NOSOTROS? (v. 30)

     Ya vimos qué es Cristo para judíos y para los griegos.  Ahora veremos qué es Cristo para nosotros.  Esta es la sabiduría de los creyentes:

1.  CRISTO NUESTRA ÚNICA JUSTIFICACIÓN (Romanos 5:1)

     Cuando Pablo dice que nosotros somos justificados por la fe, quiere decir que hemos logrado una relación correcta con Dios.  Esto no lo hubiéramos logrado nunca por nuestros propios medios, sino que sólo cuando nos damos cuenta de lo que Dios ya hizo por nosotros por medio de Cristo.  Esto incluye: Perdón de pecados, libertad de culpa, y por lo tanto, una paz de conciencia.  Todo esto es desconocido por el mundo.

2.  CRISTO NUESTRA SANTIFICACIÓN (Juan 17:17,19)

     Cuando entramos en una perfecta relación con Dios es cuando podemos ofrecernos a Él en un sacrificio completo de consagración (Romanos 12:1-2).

     Es cuando Cristo reina en nuestros corazones y cuando podemos ser apartados sólo para Él, para que nos utilice en su obra.

3.  CRISTO NUESTRA REDENCIÓN
     Esta es una redención total que incluye también nuestro cuerpo  (Romanos 8:23); al contrario de lo que creían los griegos que el cuerpo era sólo una prisión.

     Cristo nuestra única redención porque sólo Él pudo pagar el precio de nuestro pecado.  Redención significa comprar por segunda vez a un esclavo o cautivo por medio de pagar el rescate que se pide.

     Nosotros pertenecemos a Cristo por creación; pero también por redención, porque su sangre en la cruz del Calvario nos redimió del pecado y de la muerte (Gálatas 3:13; Tito 2:14; Apocalipsis 5:9).


CONCLUSIÓN

     La salvación es el resultado de la gracia de Dios, por lo que no queda ningún lugar para la jactancia personal.  Jesús pagó todo por nosotros.  Por eso, todo se lo debemos a Él.  Nada a Pablo, nada a Apolo, nada a Cefas.