LECCIÓN No. 11  (regresar al índice)

LOS DONES ESPIRITUALES

PARA ESTUDIO: I Corintios 12:1-12.
LECTURA DEVOCIONAL: I Corintios 12:1-12.
TEXTO PARA MEMORIZAR: I Corintios 12:13.

PROPÓSITO

Comprender que los dones son para el servicio de la iglesia, para fortalecer a los demás miembros, y no para vanagloriarnos.

I.  INTRODUCCIÓN (vs. 1-3)

     El Espíritu Santo, según su voluntad concede dones espirituales a los creyentes para el bien común de la iglesia.  La Iglesia es un cuerpo compuesto por muchos y diferentes miembros, pero cada uno tiene una función que es necesaria para su buen funcionamiento.  Cada miembro del cuerpo es importante y debe cumplir su función especial.

     En la Iglesia de Corinto estaba sucediendo un fenómeno confuso acerca de los dones espirituales.  Pablo les recuerda que cuando servían a los dioses paganos estaban extraviados y eran “llevados” por esos ídolos.  La inspiración de los adivinos y sacerdotes de estos dioses paganos se manifestaban en un ambiente desordenado y extraño.  Se podía ver a sus sacerdotes con los labios espumeante y su cabello bien alborotado.  Posiblemente esto había hecho pensar a los corintios que para demostrar que tenían mucho del Espíritu del Señor, tenían que hacer manifestaciones emocionales exageradas, y hablar palabras extrañas, de tal manera que nadie lo entendiera, y así los calificarían de “espirituales”.  Pablo les muestra a los corintios que la adoración y el servicio al Señor es diferente a la de los ídolos paganos, y aunque allá, para demostrar su poder hacían muchos espavientos y desenfrenos emocionales, el servicio al Señor es racional y consciente, de tal manera que el Espíritu de los profetas está sujeto a los profetas (I Corintios 14:32).


II.  EXPOSICIÓN

A.  “HAY DIVERSIDAD DE DONES” (v. 4-11)

     Los dones concedidos a la Iglesia son muchos y variados, pero todos provienen de un mismo Espíritu, y en su propósito, todos estaban destinados para el provecho y bien común de los creyentes.

     Los versículos 4, 5, y 6 nos hablan de la unidad de la Trinidad para reafirmar la procedencia de los dones de “Un mismo Espíritu”.  El v. 4 nos habla de su procedencia y calidad.  Son dádivas o capacidades gratuitas procedentes del Espíritu.  El v. 5 nos habla de su propósito.  Son ministerios que tienen como fin servir, ayudar y fortalecer a la iglesia.  El v. 6 nos habla de su efecto, que son “operaciones” o manifestaciones del poder divino.

     Según el versículo 7, el propósito de los dones no fue honrar a los que los recibían exaltando sus capacidades; por el contrario, la manifestación del Espíritu es para provecho común de todos los miembros de la iglesia.

     El versículo 11 nos dice que todo “don” tiene como fuente el poder del Espíritu y que es Él quien reparte estos dones, “como Él quiere”.  Nosotros no podemos escoger cuál don nos gusta más, sino que es el Espíritu el que reparte como Él en su soberana voluntad desea.

     Los versículos 8-11, nos ofrecen una lista de estos dones.  Veamos cada uno de ellos y una pequeña definición.

1.  Palabra de sabiduría.  Es una facultad especial para descubrir la verdad.  Proviene de una buena y especial comunión con Dios.  Es la capacidad para hacer buenos juicios.

2.  Palabra de Ciencia.  Es la capacidad de poner en práctica la sabiduría obtenida.  Es el conocimiento que sabe cómo actuar en cualquier situación.

3.  Fe.  Esta fe no es “fe salvadora”, sino a esa fortaleza de la voluntad que convierte las visiones en hechos.  Es esa capacidad de ver más adelante y planear correctamente.

4.  Don de sanidad.  Lo poseen aquellas personas que oran por enfermos y éstos sanan.  Pero no es aquella oración común que todos podemos hacer, sino una capacidad especial del Espíritu.

5.  Milagro.  Incluía cosas como las curaciones físicas y mentales (Hechos 9:36-42).

6.  Profecía.  Es la clara y preciosa proclamación de la Palabra de Dios.  Lo poseen aquellos hermanos que Dios utiliza de manera muy especial para transmitir el mensaje de la Biblia.

7.  Discernimiento de espíritus.  Esto es necesario puesto que hay profetas falsos.  Es la capacidad de reconocer lo que en verdad proviene de Dios y qué tanto es mentira o influencia del diablo.

8.  Diversos géneros de lenguas.  La mayoría de comentaristas coinciden en que las lenguas que se hablaban en Corintios era expresiones del lenguaje que no concordaban con el modelo de ningún idioma o lengua conocido y le llaman “lenguaje extático” (de éxtasis).  En la lección No. 12 trataremos este tema especialmente.  Sin embargo, cuando se habla de géneros de lenguas, se refiere a la capacidad de algunos hermanos de hablar otros idiomas, que no es su lengua materno.

9.  Interpretación de lenguas.  Comprensión del mensaje dado en lenguas o idiomas.  También será tema en la lección No. 12.


B.  UNIDAD EN LA DIVERSIDAD (V. 12-26)

     Esta sección representa una de las más maravillosas descripciones que se hayan hecho de la Iglesia.  La Iglesia es un cuerpo compuesto por muchos miembros.  Somos el cuerpo de Cristo.  Somos sus manos listas para la tarea, somos sus pies listos para llevar el mensaje, somos la voz que habla por Él (v. 12).

     Si la Iglesia quiere cumplir la voluntad de Cristo, debe mantenerse en unidad.  El primer elemento de unidad en este cuerpo es que todos somos bautizados en un mismo Espíritu (v. 13).  Los cristianos no somos llamados a buscar la unidad, sino a mantener la que el Espíritu ya produjo (Efesios 4:3).  El cuerpo está compuesto por muchos, dice el v. 14.  Esto garantiza la unidad, pues cada miembro tiene una función necesaria para el bienestar del cuerpo en general.

     Los corintios exageraban la importancia de ciertos dones y menospreciaban a los que no tenían.  Por eso Pablo escribe los versículos 15-17, queriendo enseñar que todos los miembros del cuerpo se complementan y se necesitan.  Veamos una ilustración de cómo todos los miembros colaboran para beneficio del cuerpo.  El ojo mira un mango, pero con eso el cuerpo no se satisface; entonces la mano lo toma, pero todavía falta; luego la boca colabora masticándolo, después el estómago lo digiere y los demás órganos convierten aquel mango en energías que sirven para que el cuerpo se fortalezca.  Así debe trabajar la iglesia.  Que el ojo no se jacte de ser ojo, ni la uña se sienta triste por ser uña, sino que cada uno esté feliz de colaborar en lo que Dios le puso, pues que seamos uña o pie, es decisión de Dios (v. 18).  Nosotros debemos aceptar la voluntad de Dios como la mejor decisión para nuestra vida.

     ¿Cómo sería el mundo si todos los hombres nos hubiéramos dedicado a ser choferes?  ¿Cómo sería la Iglesia si todos los miembros fuéramos presidentes de la Junta Mensual? (v. 19).  El hecho de que tengamos funciones distintas no quiere decir que no seamos parte integrante del cuerpo (v. 20).

     ¿Hay algún miembro que sea suficiente él solo, para que diga que no necesita ayuda de nadie? (v. 21).  Por el contrario, los miembros que pensamos que no nos pueden ayudar en nada, son los que más necesitamos (vs. 22-23).  Aunque no podamos explicar lo anterior, sí podemos decir con toda seguridad que “Dios lo ordenó así” (v. 24).  El propósito de Dios al hacer así de la estructura de la Iglesia, fue para que se preocupen los unos por los otros (v. 25).  Esto es contrario al espíritu de Caín que dijo: “¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” (Génesis 4:9).

     El versículo 26 se puede ilustrar así: Cuando tenemos una infección en la garganta y nos quieren poner una inyección, el brazo colabora para que su hermana garganta se alivie.  Y si yo me gané un pastel de premio por haber ganado una carrera, los pies comparten con la boca el premio recibido.  ¿Qué pasa en su Iglesia cuando un miembro sufre?  ¿Cuál es la actitud de los hermanos cuando un miembro de la Iglesia está superando?  ¿Se gozan o les da envidia?  ¿Qué tal han mantenido la unidad del espíritu en su iglesia?


C.  DONES ESPECÍFICOS (vs. 27-31)

     Un cuerpo solamente es sano cuando cada uno de sus miembros funcionan perfectamente.  Esto sucede cuando nos damos cuenta que nos necesitamos unos a otros, y nos respetamos mutuamente; pero no un respeto por obligación, sino un respeto que nace del amor y la simpatía.

     En los versículos 28-31 el apóstol presenta otra lista de dones e introduce el conocimiento de “un camino más excelente”.

     Coloca a la cabeza a los apóstoles.  Estos eran las figuras más grandes de la Iglesia.  Su autoridad no era local sino para la Iglesia en general, pues su ministerio mismo no fue local.

     Los requisitos esenciales para ser apóstol fueron: Haber acompañado a Jesús en su ministerio terrenal y haber sido testigo de su resurrección (Hechos 1:21-22).  En este sentido estricto de la palabra, ya no hay apóstoles, pero esta misma palabra significa “Mensajero o enviado”; tomando en cuenta esta significación, podemos decir que sí existen en la actualidad.  Los apóstoles son esos hermanos que han recibido una autoridad extraordinaria de Dios para dirigir, no una iglesia, sino a un grupo de iglesias.

     Luego se mencionan los profetas.  Son aquellos hombres que recibían mensajes directos de la voluntad y propósitos de Dios y los comunicaron al pueblo y los plasmaron en su Palabra.  En este sentido estricto ya no hay profetas, pues ahora Dios “nos habla por el Hijo” (Hebreos 1:2), que es la máxima y suficiente revelación.  Todo lo concerniente a Jesús y qué debemos conocer nosotros, está escrito en la Palabra de Dios; pues “Estas Escrituras son las que dan testimonio de Mí”, dijo Jesús (Juan 5:39), por lo que ya no necesitamos más profetas.

     Pero en I Corintios 14:3 habla de otra clase de profeta y con los hermanos que declaran la Palabra de Dios a los hombres para edificarlos.  En este sentido sí hay todavía profetas que declaran, no profecía propia, sino la que ya ha sido declarada en la Palabra de Dios.

     Luego están los maestros.  Este es un don tan necesario para nuestros días.  Consiste en la capacidad que el Espíritu imparte para poder enseñar a otros las verdades del Reino.  El maestro es el que explica y aplica las enseñanzas de la Palabra para edificación de la Iglesia.

     Después están los que hacen milagros que son personas utilizadas por el Señor para manifestar su poder sobrenatural.  Este don, al igual que todos, es dado para provecho.  Dios lo hará efectivo donde se necesita.  Recordemos lo que enseña Hebreos 13:8.

     También están aquí los que sanan; de ellos ya hablamos anteriormente.  “Los que ayudan”.  Posiblemente esto se refiere al trabajo de los diáconos.  Los que administran; esta palabra significa literalmente la tarea del piloto de un barco que lo guía a través de las rocas y los otros peligros que se encuentran en el mar.  De acuerdo con la ilustración que ofrece el significado de la palabra, nos damos cuenta que es un don muy necesario para el desarrollo de la Iglesia.  Ese don se distingue porque es un don “Privado”, en el sentido que no “saca la cara” como el maestro o el profeta, pero eso no le resta ningún mérito.  Los que tienen don de lenguas son nuestro próximo tema.

     Los versículos 29 y 30 son una prueba de la diversidad del cuerpo.  El versículo 31 nos coloca en algo que puede parecer problema.  Pues hemos aprendido que los dones son gratuitos y que el Señor los reparte como Él quiere e independientemente de nuestros gustos.  Pero entonces, ¿qué quiere decir “procurad”?  Esto, está dirigido a toda la iglesia, pues está en plural.  Esto quiere decir que ellos pusieran su atención en los mejores dones, y no en los dones menos provechoso.  Esto prepara el camino para su próximo capítulo, donde deja bien claro a sus lectores que, aunque los dones son necesarios para el funcionamiento de la Iglesia, hay algo más indispensable y urgente.  Ese algo es el camino del amor.  Desde todo punto de vista, es impostergable, y no se puede sustituir con nada.

     El amor no es un don; es el fruto de la presencia del Espíritu en nuestras vidas (Gálatas 5:22-23).  Y recordemos que Dios no nos juzgará por la cantidad de dones que tengamos, sino que por lo que somos, es decir, cuánto fruto del Espíritu Santo tenemos.  ¿Qué prefiere para su Iglesia, mil músicos carnales, orgullosos de su habilidad de músicos o cien creyentes llenos del Espíritu Santo, aunque no tengan dones.