LECCIÓN 2 (regresar al índice)

EL LIBRO DE JOB II
TAREA
  1. Estudiar Job 15 - 31
  2. Estudiar esta lección y contemplar todos los puntos en el “Manual de Trabajo” lección 2, páginas 5 al 9.
SEGUNDO DIÁLOGO

    El segundo diálogo empieza al principio del capítulo 15 y termina al final del capítulo 21.  Otra vez, Elifaz toma la palabra y acusa a Job de ser atrevido, impío y arrogante (Job 15:1-16).  En un tono muy severo él reanuda el argumento y procura probar que la iniquidad siempre es castigada en este mundo (Job 15:17-35).  En otras palabras, él acusa a Job de ser malo, y de estar recibiendo el justo castigo por sus hechos.

    Job responde en los capítulos 16 y 17, y otra vez dice que sus amigos son “consoladores molestos”.  En Job 16:4, 5  Job demuestra su verdadero carácter cristiano.  Él dice que si sus amigos estuvieran donde él está, bien podría él “hilvanar”, contra ellos muchas palabras, pero añade que no lo haría, sino que trataría de alentarles y apaciguar su dolor.  El verdadero cristiano no es vengativo, y aun si la situación cambia dándole la ventaja, no busca pagar “ojo por ojo”.  En esto vemos que Job tenía una norma personal más alta que la de la ley, aunque vivía antes de la promulgación de la ley.  En Job 16:6-17 describe su dolor y mantiene su inocencia y pureza.  En  Job 16:20-21 reconoce la futilidad de disputar con los hombres, y acude a Dios para “derramar sus lágrimas” ante Él.  Hace una oración a Dios pidiendo fortaleza y protección (Job 17:3-5), y termina diciendo que en el fin, el inocente triunfará contra el impío y que el justo proseguirá su camino.

    Bildad responde en el capítulo 18 con una serie de denuncias y amenazas, es aparente que él cree que Job es impío y que todas las calamidades que le sobrevinieron son exactamente lo que merecía.  Aunque no nombra a Job, es muy claro que todas las alusiones son dirigidas a Él (Job 18:13, 19).

    Job contesta esta denuncia en el capítulo 19 diciendo que Dios le había derribado (Job 19:6), y pide compasión de sus amigos (Job 19:21).  Termina con una de las más grandes declaraciones en toda la Biblia, “yo sé que mi redentor vive” (Job 19:25).  Afirma que después de la muerte hay una gloriosa resurrección (Job 19:26), y que espera ver al Señor cara a cara (Job 19:27).

    Zofar, en el capítulo 20, continúa en la misma vena de acusaciones, diciendo que Job es orgulloso (Job 20:6), ladrón (Job 20:10), y opresor de los pobres (Job 20:19).  Termina su discurso amenazando a Job con peores males (Job 20:20-29).

    Entonces Job contesta a sus acusadores, haciéndoles ver que están basando sus argumentos sobre una premisa falsa.  Les dice que los impíos no son siempre castigados en esta vida, pero que al contrario muchos prosperan y aun mueren en paz sin haber visto el mal, ni haber reconocido a Dios (Job 21:7-14).  Él demuestra que al morir, tanto el que ha sufrido como el que ha vivido en paz yacen en el mismo polvo y experimentan la misma corrupción (Job 21:25, 26).

    En todos los argumentos de Job los pensamientos expresados nos llevan hacia la gran verdad –que mientras en esta vida los justos no son librados de las calamidades, Dios se da cuenta de sus pasos, y sufrimientos no son olvidados, con una vista a la futura recompensa y perfecta justicia de Dios.

TERCER DIÁLOGO

    El tercer diálogo que comprende los capítulos 22 al 31 tiene tres participantes –Job, Elifaz, y Bildad.  Zofar ya no entra en la discusión otra vez.  El tercer diálogo contiene solamente cuatro discursos, uno por Elifaz, uno por Bildad, y dos por Job.

    El discurso de Elifaz (Job 22) solamente es una ampliación de los dos puntos principales que él ya había presentado antes.  La gran iniquidad de Job (Job 22:5-20), y la certeza que Dios estaba listo a perdonar si solamente se arrepintiera y se humillara delante de Dios (Job 22:21-30).

    En la respuesta de Job (Job 23) hallamos el deseo innato del alma humana de tener uno quien abogue ante Dios por ella.  Job expresa el deseo de hallar a Dios, pero también reconoce la futilidad de una búsqueda humana (Job 23:5, 8, 9).  Declara que Dios conoce su camino, y que después de la prueba saldría como oro refinado (Job 23:10).  En el capítulo 24 Job continúa su discurso haciendo la queja que los malos cometen injusticias contra los pobres, los huérfanos, y las viudas, y Dios lo permite y no oye la oración de los oprimidos (Job 24:1-12).  Pero seguidamente afirma que los impíos serán quebrantados y desaparecerán (Job 24:20-24).

    Parece que en este punto Bildad interrumpe el discurso de Job para negar la posibilidad de que el hombre pueda ser justificado delante de Dios (Job 25), pero Job hace a un lado esta interrupción y procede a dar su último discurso.  (Job 26-31).

    En primer lugar, él reconoce la grandeza, potencia, e inescrutabilidad de Dios (Job 26:5-14), y entonces otra vez se dirige a los tratos de Dios para con los impíos en esta vida, retractando algunas de sus previas declaraciones (véase Job 9:22-24; 12:6; 21:7-33; 24:2-24).  Él admite que como regla general, la justicia les alcanza a los impíos en retribución por sus hechos (Job 27:11-23).

    En segundo lugar, Job demuestra que a pesar de la inteligencia del hombre en lo que se refiere a las cosas terrestres, no sabe nada en cuanto a lo espiritual y celestial.  El hombre busca la sabiduría y no la halla, porque sólo “Dios entiende el camino de ella”.  La única manera de hallar la sabiduría es temer al Señor y apartarse del mal (Job 28).

    Finalmente, Job echa su mirada sobre sí mismo y describe en los tres siguientes capítulos su estado de felicidad antes de que vinieran sus calamidades y sufrimientos (Job 29), su presente estado tan miserable y desafortunado (Job 30), y su carácter moral y espiritual así como lo demuestra su conducta bajo la prueba (Job 31).  En este último capítulo Job da un resumen que sirve para vindicar una vez para siempre su carácter de todas las insinuaciones y difamaciones de sus tres visitantes.
 

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