¿Está dispuesto a colaborar en el ramo financiero de la Iglesia y en todos sus proyectos y programas, conforme a la Biblia? (Malaquías 3:10; I Corintios 9:14; II Corintios 9:7)
La palabra mayordomo viene de dos palabras latinas: "Mayor" y "Domus", que literalmente quieren decir "el mayor de una casa". También quiere decir "el que ejerce funciones de superintendente o administrador en nombre de su amo". El término como nosotros lo conocemos es uno que está al cuidado de una finca y tiene que dar cuenta de su trabajo al patrón o dueño de la misma.
Nosotros somos mayordomos de todos los bienes que Dios nos ha dado. Por eso es deber de cada cristiano colaborar con sus diezmos a la Iglesia para el desarrollo y crecimiento de la misma. Es una bendición darlos tal como lo presenta el profeta Malaquías cuando dice: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa". Como podemos darnos cuenta, es un mandamiento de parte del Señor. Es interesante que nos fijemos en la palabra "todos" no una parte como muchas veces traemos. La orden es traerlo en su totalidad. Cuando esto cumplimos con acabalidad, la promesa de Dios se cumple, tal como está escrita en la Palabra de Dios. "Y probadme ahora en esto ha dicho Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde". La oferta es maravillosa y tentativa; pero nosotros daremos nuestros diezmos desinteresadamente. Lo daremos por amor al Señor y a su obra.
Alguien vendrá y le dirá que los diezmos fueron aplicados en los tiempos cuando la ley de Moisés estaba en vigor, pero nosotros no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia y por lo tanto, no tenemos la obligación de darlos. Si los damos por amor, nuestra justicia es mayor que la de aquellos que los dieron porque la ley se los ordenaba. De manera que nosotros damos porque reconocemos la grandeza del amor de Dios para con nosotros. Además, tenemos pruebas bíblicas que los diezmos son antes que la ley viniera, porque Abraham, el padre de la fe, los dio en forma voluntaria. En Génesis 14:20; 28:22, se nos cuenta como Jacob en forma voluntaria, hizo un voto de dar al Señor los diezmos de todo lo que Dios le diera durante su viaje. Veamos I Corintios 9:14, el apóstol San Pablo hace una referencia a lo ordenado por el Señor Jesucristo a sus oyentes cuando dijo: "Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, vivan del evangelio". La lección es clara para toda la iglesia. Es responsabilidad de todos nosotros sostener a quienes nos administran con la Palabra y para proveer para todas las necesidades que se presentan: pago de luz, agua, reparaciones, etc.
En II Corintios 9:7 dice: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre". Todo lo que demos para la obra del Señor, debe ser con alegría y satisfacción. Sus diezmos y ofrendas son la expresión de su amor a Dios y a la obra que se realiza en este mundo. El no darlo es un indicativo de nuestra falta de fe, consagración y amor al Señor. Somos ingratos cuando no damos, porque sólo esperamos que el Señor nos dé buena salud, trabajo, buena entrada económica, y en fin, lo queremos todo; pero no reconocemos que todo lo que somos y tenemos viene del Señor a quien debemos honrar, darle gracias y ser generosos con él.
El artículo 9, punto VIII de los estatutos dice: "Contribuir con el sostenimiento de la Iglesia con sus diezmos y ofrendas que, además de ser un deber, es un privilegio.
Hermano, si usted no ha dado los diezmos, haga la prueba y verá como el Señor le dará muchas bendiciones, y usted se va a sentir muy satisfecho de ser un colaborador de su obra aquí en la tierra.
CUESTIONARIO