PARA ESTUDIO: Amós 1; 2; 9:7-8.
LECTURA DEVOCIONAL: Deuteronomio 26:5-11.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmo 47:8.

PROPÓSITO

Explicar que Dios tiene cuidado de todas las naciones, y que el hecho de que Dios haya hecho un pacto con Israel, el cual incluía privilegios y responsabilidades especiales, los acorazaba contra los resultados de su infidelidad.

OCASIÓN

    Es necesario buscar y localizar en un mapa los diferentes lugares contra los cuales se mencionan todos estos juicios en el libro de Amós.  Dichos juicios se pronuncian tanto contra Israel, como en contra de las naciones que lo rodean.  En el pasaje de este día se mencionan tres de éstas: Damasco, la capital de Siria (1:3-5); Judá, la nación hermana de Israel (2:4-5); e Israel, la unión de las diez tribus que formaron el reino del norte después de la muerte del rey Salomón.

    Siria había sido un enemigo peligroso de Israel por toda la historia.  Hazael llegó a ser el rey de Siria durante el tiempo del profeta Eliseo (II Reyes 8:9-15), y reinó como unos cien años antes del tiempo de Amós.  Ben-adad era su hijo. Un rey anterior del mismo nombre había sido asesinado por Hazael para poder tomar el trono (II Reyes 8:7-15).  Fue como unos cincuenta años después de haber dicho estas cosas Amós que los palacios de Damasco fueron quemados con fuego y su gente llevada en cautiverio.  Los cerrojos de Damasco eran el símbolo de sus grandes fortalezas. Avén era seguramente un valle en Siria, dedicado a la adoración pagana.  Bet-edén, o sea la casa de Edén, estaba probablemente cerca de Damasco.  Kir estaba al lejano oriente (Isaías 22:6), un lugar de donde los sirios habían emigrado muchos años antes.  Etiopía era la tierra al sur de Egipto; los filisteos eran de Creta y los sirios de Kir.  Todos estaban en el corazón de Dios.

    ¿En qué sentido era Israel la nación a la cual Dios había conocido de entre todas las familias de la tierra (Amós 3:2)?  ¿No tenía interés Dios en Judá?  ¿Tenía interés en las demás naciones?  ¿Acaso no tenía Él, cuidado de todos los hijos de Noé?  ¿Hace Dios acepción de personas?  ¿Qué diremos acerca del propósito de Dios para el mundo?  ¿Por qué le hemos dado como título a esta lección “El Señor de la Historia”?  ¿En qué sentido son responsables delante de Dos las naciones?  ¿Es cierto que nuestro Dios es el Dios de todo el Universo?  ¿Cuál es la parte suya y mía en el plan de Dios para el mundo?

    Vss. 3-5.  Siria era la nación mejor organizada y más formidable de entre los países vecinos de Israel.  El pecado característico del que se le acusaba era el de crueldad.  Allí se atormentaban y maltrataban los pueblos tomados en cautividad.  Así es como la ira de Dios se había levantado contra el mal rey Ben-adad y la familia de Hazael.

    Al leer lo que Dios les dijo a las varias naciones notamos que hay varias similitudes. A cada una se les dirige diciendo:  “Así ha dicho Jehová”.  Y esto nos da la idea de que lo dicho así también llegaría a suceder.  La expresión: “Por tres pecados... y por el cuarto”, quiere decir que habían pecado vez tras vez, y Dios no lo olvidaría.  Tan sólo tres veces serían suficiente para el juicio, pero ellos lo habían hecho cuatro y aún más.  De manera que su culpabilidad era más que suficiente.  No era sólo una rebelión política, sino una revuelta deliberada contra Dios.  El trato que los sirios les daban a sus cautivos era parecido a lo que haría una tabla llena de punzones metálicos golpeando sobre la carne, que era lo que se usaba para desgranar trigo. Siria era tan cruel como Kir, la ciudad de donde había venido anteriormente.  Es seguro que Israel se sentía contento al ver caer estos juicios sobre sus enemigos.

    En los siguientes versículos Gaza de los filisteos sería castigada por entregar sus cautivos a Edom, practicando el comercio de esclavos.  Tenemos también a Tiro, la cual no fue acusada por tomar esclavos, sino por entregarlos.  Edom fue enjuiciado por haber perseguido a su propio hermano.  Amón y Moab recibirían el castigo por su crueldad y por sentir una satisfacción maliciosa en los problemas de Israel, y también por haber quemado los huesos del rey de Edom (Amós 1:13-15; 2:1-3).  Ahora, Israel tuvo que darse cuenta de que no es necesario ser culpable de algún barbarismo terrible para tener que ser castigado.  No importa cuál sea el pecado, toda persona o nación que sea culpable tendrá que sufrir el castigo.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. ¿Cómo muestra Amós el interés de Dios por todas las naciones?
2. Lea Amós 1-2 y encuentre qué naciones estaban para ser juzgadas por sus pecados en contra de Judá e Israel.
3. ¿Cuál es nuestra responsabilidad para con las naciones de nuestro mundo actual?
4. Haga una lista de los pecados de las naciones del mundo de hoy, por las cuales Dios debe enviar un castigo justo.

    Vss. 4-8.  La culpa de Judá, o sea la nación hermana de Israel, era mucho más grande que la de las demás naciones.  A ella le habían sido dadas la ley y revelaciones del propósito de Dios.  Tenía tantos líderes que conocían a Dios y lo dirigían en su adoración; lo habían guiado hacia la victoria contra sus enemigos.  Su más grande condenación era por haber rechazado la ley y los mandamientos de Dios.  El rechazo de una mayor luz tendría que traer mayor oscuridad.  La idolatría cananea era la trampa más grande.  Desde los tiempos de Moisés y Aarón, los israelitas habían sido tentados y siempre se rendían a las peores formas de idolatría, a pesar de que en varias oportunidades habían prometido servir sólo a Jehová.

    Vss. 6-8.  Si los israelitas se habían alegrado de ver los juicios de Dios sobre las demás naciones, y aun sobre Judá, era ahora el tiempo cuando debían darse cuenta de que los juicios de Dios caen sobre todos por igual, especialmente sobre aquellos que han recibido el conocimiento de Él.  Las acusaciones contra Israel fueron mucho mayores y en más grandes detalles que las de las demás naciones.  Se trataba de la mala administración de la justicia, opresión de los pobres, inmoralidad, falta de control personal; todo esto hecho bajo el hombre falso de religión.  Sus juicios estaban corrompidos; era completamente imposible para los pobres el obtener justicia.  Muchos eran vendidos como esclavos tan sólo por un par de zapatos, los pobres eran aplastados en el suelo y la justicia estaba totalmente pervertida.  Bajo el nombre de religión se practicaba toda clase de inmoralidad.  Prendas de vestir eran tomadas de los pobres como garantía de algún préstamo mínimo, y no eran devueltas.  Bebían el vino que habían ganado mediante negocios turbios.  Cometían crímenes de opresión, corrupción e inmoralidad.  Muy bien podemos ver la razón de por qué dijo Dios: “No revocaré su castigo”.  El nombre de Dios había sido profanado, pues hacían mucho para desacreditarlo.  Era a causa de todos sus pecados que Israel debía sufrir.  Cada uno de los mensajes en los capítulos 3 a 6 empieza con la frase: “Oíd esta palabra”; y cada uno expresa un juicio por venir, cautividad y destrucción.  Las cinco visiones que el profeta vio en Amós 7 a 9 nos dejan clara la certidumbre e inminencia del juicio, al mismo tiempo que la misericordia de un Dios fiel, y la seguridad de esperanza, porque ellos un día se volverían a su Dios y a su Mesías.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. Enumere los pecados de Judá e Israel que se ven también en nuestro continente americano en la actualidad.
2. Discuta los males en las prácticas comerciales, proceder político, disolución en la sociedad, fracaso en el hogar, etc.

    Vss. 7-8.  Dios había escogido a todo Israel (Israel y Judá) para un propósito especial.  Cuando llamó a Abraham, le dijo: “Haré de ti una nación grande... en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:2-3).  De Israel vendría el Mesías, nuestro Salvador.  Dios había preservado muy cuidadosamente la línea de la descendencia de Jesús.  Israel olvidó su misión verdadera, pero sí estaba reclamando para sí todas las bendiciones de la nación escogida.  Amós les demostró que Dios tenía también interés en los etíopes, filisteos y aun los sirios.  Ellos también fueron guiados por Dios hacia nuevas tierras.  De todas las gentes, son los pecadores quienes tendrían que perecer, pero de Israel había un remanente, o sea, un residuo de israelitas que sí finalmente se volverían a Dios y disfrutarían los privilegios completos de la nación escogida.

    El Señor no abandonó a su pueblo; Él mantuvo su promesa por medio de Cristo, su encarnación, su muerte y su resurrección.  Todo aquel que quiere, sea individuo o nación, es salvo.  Y en esa misma forma obra aún hoy el Señor.  Podemos ver bien su mano y su poder.  Que Él nos ayude a ser instrumentos en sus manos hasta que venga para el establecimiento de su Reino, cuando será coronado como Rey de reyes y Señor de señores.  ¿Estamos haciendo nuestro deber para su gloria?  ¿Cómo es nuestra relación con Dios y nuestro ejemplo delante de otros?  Todo privilegio representa una responsabilidad.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1. ¿Cuál es la principal tarea de la Iglesia de hoy?
2. ¿Cuál es mi propia tarea con relación a Dios, a quien sirvo, y al mundo hacia el cual Dios me ha enviado?

1. ¿Se siente usted controlado o atemorizado ante el ojo de Dios que todo lo ve?
2. La naturaleza humana nunca ha cambiado desde los días de Amós.  Cámbieles nombres y rostros y verá que las mismas historias quedarán totalmente adecuadas a las noticias diarias publicadas en nuestros periódicos de la actualidad.
3. Si la gente que profesa el nombre de Cristo pierde su característica de santidad, también tendrá que perder sus privilegios.

LA AMBICIÓN DEL MUNDO

Demos un vistazo al final de toda ambición mundanal, y vemos qué es.  Tomemos a los cuatro gobernantes que seguramente fueron los más grandes en la historia.

ALEJANDRO.  Cuando había terminado de subyugar a las naciones, lloró porque ya no había más qué conquistar.  Finalmente le dio fuego a una ciudad y murió en un estado de triste corrupción.

ANÍBAL.  Llenó varios cofres con anillos de oro de los cuales despojó a los caballeros vencidos.  Pereció tiempo después, envenenado por su propia mano, sin quien lo lamentara, desconocido y en tierra extraña.

JULIO CÉSAR.  Tras haber conquistado 800 ciudades y teñido sus ropas con la sangre de un millón de sus enemigos, fue asesinado por sus mejores amigos en el mismo lugar que había sido sede de sus triunfos más grandes.

NAPOLEÓN.  Después de ser el azote de Europa y desolar desde su propio país, murió en el destierro, derrotado y cautivo.

Tan ciertamente “la esperanza de los malos será cortada”.

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