LECCIÓN 36  (regresar al índice)

LA VOZ EN A PREDICACIÓN

    Es muy claro que sin la voz es materialmente imposible predicar.  Es necesario, pues, utilizar este precioso instrumento de la mejor manera posible cuando predicamos el mensaje del Señor.  En forma muy sencilla daremos aquí algunas indicaciones.

  1. La voz debe ser audible, es decir, que se pueda oír en todos los ámbitos del local.  Siendo que predicamos para que la gente oiga, debemos evitar hablar tan suave que muchos se queden adivinando lo que dijimos.
  2. La pronunciación de las palabras debe ser clara.  Esto se logra poniendo especial cuidado en ello, para que no haya palabras dichas a medias.  Muchas veces la mala pronunciación resulta de una excesiva velocidad al hablar.
  3. Aunque la voz debe ser flexible según la expresión que tengamos que imprimirle a lo que decimos, no permitamos un deslizamiento de volumen de manera que se vaya extinguiendo a medida que va finalizando el párrafo o período hasta que ya la última palabra no se oiga.
  4. Deben evitarse los gritos, especialmente si el auditorio es pequeño, puesto que ello es desagradable a los oyentes, y además se maltrata la garganta de tal modo que al terminar, casi siempre, estará uno afónico.
  5. No hay que afectar el tono de voz, como que está llorando o declamando.  El predicador que siempre declama su mensaje hace que éste pierda fuerza.  El que parece llorar denota debilidad.  Ante todo debemos demostrar la naturalidad.
CUESTIONARIO
    1. ¿Por qué es indispensable la voz en la predicación?


    2. ¿De qué importancia es la buena pronunciación de las palabras?  Explique cómo se logra.


    3. ¿Qué extremos deben evitarse en cuanto al volumen de la voz?  ¿Por qué?


    4. El predicador que declama su mensaje _____________________________________ __________________________:  El que parece llorar _________________________ _______________________________.
APRENDIENDO NUEVAS PALABRAS  
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