LECCIÓN No. 6  (regresar al índice)

LA SANTIDAD CEREMONIAL

PARA ESTUDIO: Levítico 11-15 (no hay que leerlos todos, sólo usarlos como base).
LECTURA DEVOCIONAL: Marcos 7:1-7, 14-15, 18-23; Romanos 14:19-23; I Timoteo 4:1-5.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Colosenses 2:16,17.

PROPÓSITO

 Analizar la forma en que Dios protegió la salud de su pueblo, y los principios que se nos aplican a nosotros hoy en día.

A.  ANIMALES LIMPIOS E INMUNDOS (Capítulo 11)

     En este capítulo se registra la ley en cuanto a los animales que los israelitas podían comer y los que eran inmundos, que ellos no podían comer.

1.  De los animales grandes de la tierra podían comer solamente los que tenían la pezuña hendida y que rumiaban.  Eso daría por limpio al buey y la oveja, pero el puerco (no rumiaba) y el camello (no tenía pezuña hendida); por lo tanto, eran inmundos.

2.  De los animales del agua, todos los que tenían aletas y escamas eran limpios.  Eso daría por limpios casi a todos los peces.

3.  De las aves todas eran limpias, menos la lista de aves específicas.  Esa lista incluía las aves que comían animales muertos y que cazaban otros a animales para su comida.

4.  De los insectos eran inmundos los que tenían alas, menos algunas langostas.

5.  De ninguna manera se podía comer el cuerpo de animales muertos encontrados en algún lugar.

6.  Todos los animales que se arrastran eran inmundos.

     Es fácil pensar que esas prohibiciones ponían muchas restricciones en la comida; pero en realidad son pocos los animales, que para ellos eran inmundos, y que nosotros queremos comer hoy.  Los animales limpios, según este capítulo, todavía son los mejores para comida en la actualidad.  En cambio, aunque hoy es posible comer algunos de los animales prohibidos para los israelitas (véase Marcos 7:19; 1 Timoteo 4:3-5), son los animales que presentan mayor peligro de parásitos o infección al comerlos.  Hay que tener presente que ellos no tenían los medios para preservar la carne de animales así como lo tenemos hoy.  No cabe duda de que estas leyes sirvieron para proteger la salud de los israelitas.  Es admirable ver la manera en que Dios cuidaba a su pueblo.  En este sentido, el pueblo judío era una civilización avanzada.  Específicamente, no tenemos que abstenernos de comer estas carnes hoy en día (Marcos 7:19; 1 Timoteo 4:4), pero el principio de cuidar nuestro cuerpo está en pie.  El cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19, 20).

     También esas leyes eran para honrar a Dios.  Los israelitas tenían que abstenerse de esas carnes porque eran el pueblo de Dios.  El abstenerse de esas carnes inmundas los distinguiría de las naciones paganas de su alrededor que sí las comían.  Esas leyes servían para enseñarles que aun en la comida tenían que honrar a Dios.  Hoy en día todavía tenemos que honrar a Dios en cuanto a lo que comemos y bebemos y en la manera que cuidamos nuestro cuerpo.  Además, estas distinciones ayudaban a los israelitas a entender más la idea de santidad; algunas cosas eran inmundas y otras eran limpias.  Los animales clasificados como inmundos son más sucios en todos sus hábitos; y ellos podían verlo y entender que no eran buenos para la comida de un pueblo apartado de los paganos para servir a un Dios santo.


B.  PURIFICACIÓN DESPUÉS DE PARTO (Capítulo 12)

     Al estudiar este capítulo es necesario recordar que tiene que ver con inmundicia y limpieza ceremonial.  Una madre, después de dar a luz, era inmunda ceremonialmente por cuarenta días si había tenido un hijo, y si había tenido una hija, era inmunda durante 80 días.  Tener hijos no es pecado.  En cambio, es la corona de la mujer.  Pero las ofrendas requeridas eran de sangre, mostrando que tenían que ver con pecado, y se necesitaba la expiación de dicho pecado.  Sin duda servían para enseñar, otra vez, la verdad solemne que todos nacen con pecado en el corazón.  El niño tenía que ser circuncidado, que era un rito de limpieza para él, mostrando su necesidad de limpieza real en el corazón.  Así es que era un símbolo de la pureza moral (véase Deuteronomio 30:6 donde simboliza consagración total).  En el Nuevo Testamento hallamos la expresión “circuncidados de corazón” que indica la limpieza entera del corazón que Dios quiere (Romanos 2:29; Colosenses 2:11, 13).  Aun la madre que dio a luz a un niño se consideraba contaminada con el pecado del niño (es decir, el ánimo carnal en su corazón) de tal modo que tenía que tener expiación ceremonial por dicho pecado.


C.  SEÑALES Y PURIFICACIÓN DE LA LEPRA (Capítulos 13 y 14)

     Siempre tengamos presente que estos capítulos tratan de inmundicia y limpieza ceremonial, no moral.  Sin embargo, la lepra era y es una enfermedad de las más feas y trágicas que hay.  Mucho de lo que vemos en estos capítulos era necesario para proteger la salud de los demás.  Hay muchos puntos en que la lepra sirve como un buen símbolo del pecado.  (Note que no era pecado en sí).  La lepra es fea; principia pequeña, pero se extiende por todo el cuerpo; viene de adentro; es progresiva, abarcando más y más del cuerpo de la víctima; es asquerosa; no tiene curación humana; y al fin contribuye a la muerte de la persona.  En este sentido es símbolo del pecado.

     Se cree que la palabra traducida “lepra” en estos capítulos es de significado más amplio, incluyendo varias enfermedades de la piel menos graves que la verdadera lepra.  Varias de éstas se sanaban.  Aunque la verdadera lepra no la pueden curar los humanos, Dios sí puede curarla.  En aquel entonces lo hacía también (véase 2 Reyes 5:1, 9-14), y en Levítico 14 vemos las ceremonias de purificación ceremonial para los leprosos curados.  Dios siempre puede curar el pecado.

     Había tres partes de estas ceremonias: 1) Una ceremonia fuera del campamento para restaurar al leproso en el campamento y en sus derechos civiles.  2) Un acto de limpieza personal.  3) Otra ceremonia en la puerta del tabernáculo para restaurarle en sus privilegios religiosos como adorador de Dios.  La ley exigía que los que tenían lepra guardaran distancia de los sanos, y que los sanos no debieran tocar a los leprosos (véase Levítico 13:45, 46 y Números 5:2).  Es una regla lógica y razonable, debido a la seriedad de estas enfermedades.  Sin embargo, el hecho que nuestro Señor Jesucristo quebrantaba esta última regla (Mateo 8:2,3), muestra que éstas son leyes ceremoniales y no morales, y que debemos mostrar toda compasión para con los que sufren enfermedades incurables (por ejemplo hoy en día está el sida).


D.  PURIFICACIÓN DE FLUJOS DEL CUERPO (Capítulo 15)

     Los flujos normales del cuerpo no se consideraban como pecaminosos, pero, sí, necesitaban una purificación ceremonial.  Tenían que ver con la reproducción, y la necesidad de esta purificación enseña que las mismas fuentes de la vida han sido contaminadas con el pecado.  Los flujos naturales no necesitaban purificación con sangre; los anormales tenían que tener tal purificación.

     Versículos 2-18 tienen que ver con los hombres; versículos 19-30 hablan de las mujeres.  En los dos casos, los flujos naturales tenían que ser limpiados por bañarse y esperar hasta ponerse el sol en la tarde.  Entonces la persona, hombre o mujer, era limpia.  Los flujos anormales causaban una inmundicia peor; tenían que ser limpiados ofreciendo dos tórtolas o palominos en sacrificio y holocausto por el pecado.  Siempre esto indica expiación de pecado.  Lo más probable es que estos flujos anormales eran el resultado de algún pecado.  Por lo menos se consideraban como un tipo de pecado que tenía que ser expiado.  De tal flujo sufría la pobre mujer que fue sanada por Jesús, según se relata en Marcos 5:25-34.

     Por toda inmundicia ceremonial tenía que haber limpieza por medio de lavamientos, y a veces por medio de sacrificios.  En el tiempo de Jesús, los líderes religiosos insistían en guardar distancia de los ceremonialmente inmundos.  Insistían también en diversos lavamientos (Marcos 7:3-5).  Dé un vistazo a los siguientes pasajes para ver lo que Cristo consideraba importante: Mateo 15:11-20 y Lucas 11:38-44.  Dé también un vistazo a Colosenses 2:13-23 para ver que la ley ceremonial ya no se nos aplica en sus detalles, sólo en sus enseñanzas generales.  Así que hoy en día no tenemos que practicar los ritos, pero, sí, debemos aprender las enseñanzas y aplicarlas a nuestra vida cristiana.