LECCIÓN No. 11  (regresar al índice)

AÑOS DE LIBERTAD

PARA ESTUDIO: Levítico 25.
LECTURA DEVOCIONAL: Lucas 4:14-21.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Lucas 4:18.

PROPÓSITO

      Comprender el año de libertad y su cumplimiento en nuestro Señor Jesucristo quien nos libertó del pecado.

A. EL SÁBADO DE AÑOS (Capítulo 25:1-7)

     Esta es una ley que los judíos no podían poner en práctica, sino hasta llegar a la tierra prometida.  Servía para mostrarles que la tierra pertenecía siempre a Dios; el tiempo y los productos de la tierra eran de Él.  Los israelitas tenían que dejar en descanso la tierra cada séptimo año, y lo que producía por sí misma era para los pobres.  Dios les prometió suficiente producto en los otros años para suplir su necesidad para el séptimo año.  Este año exigía confianza en Dios para obtener las provisiones durante el año.  Esto cultivaba una dependencia de Dios y sus provisiones.  También daba descanso a la tierra, una práctica que ayuda a mantener la fertilidad de la tierra.  Esto muestra que Dios se preocupa por toda su creación.  Nosotros no deberíamos abusar de la creación de Dios.  Podemos decir que en este capítulo tenemos leyes en cuanto a la tierra santa.  Otras referencias a este año se encuentran en Éxodo 23:10-11, donde se muestra la preocupación por los pobres (véase también Deuteronomio 31:10; II Reyes 19:29; Nehemías 10:31).

     Cada séptimo año también se hacía remisión de las deudas.  A la vez era el año en el cual se daba libertad a los siervos que se habían vendido para pagar una deuda (véase Deuteronomio 15:1-3, 7-18).  De esta manera se evitaba la injusticia social y se daba una segunda oportunidad a los pobres.


B. EL AÑO DE JUBILEO (Levítico 25:8-55)

     En esta ley vemos más claramente que toda la tierra es de Dios, y que ellos eran como gerentes o inquilinos de ella.  Como el Día del Pentecostés venía después de siete sábados de días, el Año de Jubileo venía después de siete sábados de años; comenzaba después del Día de Expiación del año cuarenta y nueve.  Su punto principal era pregonar libertad en la tierra a todos sus moradores (v. 10).  No se sabe si en la historia de Israel se celebró este año o no.  Parece que Zedequías, último rey de Judá promulgó el Año de Jubileo, pero más tarde renunció o faltó a su palabra dada (Jeremías 34:8-22).  Algunos creen que los 70 años del cautiverio fueron para dar a la tierra su reposo que nunca había gozado (véase Levítico 26:34 y 43; II Crónicas 36:21).

     El principio básico de esta ley era que la tierra no podía ser vendida para siempre, o sea, en perpetuidad; era de Dios.  Solamente podía ser hipotecada por el dueño, a quien Dios la dio por suerte después de la conquista, por un tiempo limitado: los años que faltaban para el próximo Año de Jubileo.  En ese año toda la tierra tenía que volver al dueño original o a sus herederos.  Hay referencia a la ley de pertenencia perpetua en I Reyes 21:3, cuando Acab quiso comprar la viña de Nabot.

     Los precios de venta tenían que ser ajustados según los años que faltaban hasta el Jubileo.  Esto se aplicaba también a las casas en las aldeas que no tenían muro.  El dueño de una tierra podía redimirla en cualquier tiempo en que podía juntar el dinero; y el que se la había comprado tenía que devolver la tierra al recibir el dinero.  También un pariente podía redimir la tierra en lugar de uno que había tenido que venderla por pobreza.  La persona que lo hacía se llamaba el redentor (Heb. go'el).  Se entendía que ninguno vendería su tierra si no fuera por pobreza.  Llegó a ser costumbre y obligación del pariente cercano redimir la tierra de uno que la había vendido por pobreza; y en caso de una viuda sin hijos, el pariente debía casarse con ella.  La historia de Rut es un ejemplo.  Este libro de la Biblia ilustra la ley de redención.  La familia de Noemí tuvo que vender su tierra cuando fue a Moab.  Cuando ella regresó a Belén, sin nada, un pariente cercano, Booz, redimió la tierra y con la tierra recibió a Rut.  Ellos dos tuvieron un hijo.  Él era considerado heredero de Noemí y de su esposo; y así la tierra continuaba perteneciendo a la familia de ellos.

     En las ciudades amuralladas, las casas podían ser vendidas en perpetuidad; no se consideraban como parte de la tierra.  El dueño podía redimirla en el término de un año desde la venta; si después del año, la casa no era redimida, pasaba a ser propiedad para siempre del que la había comprado.  Se hacía una excepción en el caso de las ciudades de los levitas; ellos siempre podían redimir sus casas, y de todos modos regresaban a ellos en el Año de Jubileo.  Esta ley servía para evitar la riqueza excesiva y la pobreza extrema.  Siempre se reconocían los derechos de propiedad privada.

     Era año de libertad para los siervos que eran israelitas.  (Deuteronomio 15:12-18 altera un poco esta ley).  Esta provisión se introduce con un párrafo que estimula la bondad hacia los necesitados que tenían que prestar dinero.  No podían exigirles intereses por el dinero prestado (Deuteronomio 15:7-11).  Tenían que recordar que ellos habían sido esclavos en Egipto no mucho tiempo antes.  Todo siervo tenía que ser liberado en este año y restaurado a su familia.  Esclavos provenientes de otras naciones que servían a los israelitas no tenían el derecho de libertad en el Jubileo.  El Antiguo Testamento permitía la esclavitud, pero con límites.  La esclavitud de los israelitas era voluntaria; una persona podía venderse a sí misma para pagar una deuda.  Pero su tiempo de esclavitud no podía pasar siete años, a menos que la persona no quería salirse de la casa de su amo.  Las enseñanzas del Nuevo Testamento eliminan la institución de la esclavitud con la regla de oro y cuando dan énfasis a la hermandad entre personas.  El amo siempre tenía la obligación de tratar con bondad a sus siervos o esclavos (véase Deuteronomio 15:12-15; Efesios 6:9; Colosenses 4:1).

     Algunos comentaristas creen, también, que Jesús promulgó el Jubileo cuando leyó de Isaías en la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:18-19; Isaías 61:1-3; véase también Romanos 8:19-21).

     Este año representa un tiempo de restauración y completa libertad de todo mal.  Este año comenzaba con el Día de Expiación.  El verdadero Año de Jubileo es resultado de la expiación hecha por Cristo.  Puede tipificar, también, el tiempo del milenio, o puede representar la eternidad en los cielos con Dios (Hechos 3:21).


CONCLUSIÓN

     Estas leyes tenían un doble propósito: 1) Ayudaban a mantener la justicia social.  Con este medio se le daba la oportunidad a los hijos de salir de la pobreza.  Los hijos no tenían que seguir en la pobreza porque su padre o abuelo lo perdió todo.  Se evitaba la acumulación de grandes terrenos en el poder de un pequeño grupo de ricos, mientras que las masas sufrían sin propiedad.  La acumulación de tierra es un problema que tenemos presente en el día de hoy.  Redistribuir la propiedad cada cincuenta años, evitaba el establecimiento de clases de personas con grandes extensiones de tierras y clases de personas sin nada.  Aunque esta ley es parte de la ley civil, que no se le demanda a la Iglesia, ¿Sería una buena idea ponerla en práctica en nuestra era?  2) El segundo propósito de esta ley era el de simbolizar la libertad que el cristiano disfruta en Cristo.  Tenemos libertad de nuestras deudas espirituales, y tenemos la certidumbre de una herencia que no desaparece.


PREGUNTAS PARA DISCUTIR

     ¿Qué podemos hacer hoy en día para promover la justicia social?  ¿Cómo podemos guardar mejor el día del Señor?  ¿Habrá tiempos cuando debemos hacer remisión y perdonar deudas?