LECCIÓN 6  (regresar al índice)

LA BIBLIA EN EL IDIOMA DEL PUEBLO


PARA ESTUDIO: Nehemías 8:1-3,8; Habacuc 2:2; Hechos 2:1-2.
LECTURA DEVOCIONAL: Romanos 8:28-39.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Hechos 2:11-12.

PROPÓSITO

    Contribuir a que la Biblia llegue a todos los habitantes del mundo en el idioma materno de las personas.


BOSQUEJO:
I.       PREPARACIÓN PARA COMENZAR UN GRAN MINISTERIO (Hechos 2:1-4)
II.      PROCLAMACIÓN ENTENDIDA POR TODOS (Hechos 2:5-8)
III.     LA PROCLAMACIÓN DIRIGIDA A TODOS (Hechos 2:9-12)


IDEA CENTRAL
       Desde los tiempos antiguos, Dios les ha hablado a personas en el idioma que ellos entienden; y Él sigue teniendo interés de que todos los seres humanos escuchen Su mensaje en el idioma en que han nacido.  Por eso la Iglesia Evangélica debe apoyar a las instituciones cristiano-evangélicas que tienen proyectos de traducir la Biblia en la lengua original de los pueblos.  Esta contribución puede ser orando, ofrendado.  La otra manera de involucrarse en el trabajo de traducción es enviando lingüistas especializados en traductología.

OCASIÓN

    Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, el énfasis está puesto en la necesidad de que los hombres tengan la Palabra de Dios en su propia lengua.  Era necesario que todos entendieran.  Fue como en el año 604 a. C., cuando Habacuc, quien era de la tribu de Leví, encontró la solución a los problemas de la vida, al entrar al santuario de Dios y oír de Su autoridad y del significado de Su providencia.

    Nehemías marchó hasta la Tierra Prometida tras haber escuchado la noticia de los muros destruidos de Jerusalén (como en el año 445 a. C.). Pronto vio esos muros nuevamente levantados y restableció la verdadera adoración.  El hizo también que Esdras leyera el rollo de la Palabra de Dios delante de todo el pueblo.  Nehemías y otros hombres de Dios prepararon el camino para el glorioso evento en Hechos 2:1-2, cuando gentes de varios países oyeron la Palabra de Dios en sus propias lenguas o idiomas maternos.

DESARROLLO DE LA LECCIÓN

    El Día de Pentecostés era la segunda de las tres grandes fiestas anuales de los judíos, y tenía lugar entre la Fiesta de la Pascua y la Fiesta de los Tabernáculos.  Ocurría en el tiempo de las cosechas del trigo y otros granos, y por eso, era también la Fiesta de las Primicias.  Era la fiesta más concurrida de todas, en la que se reunían judíos procedentes de diversos países. Por ello el Día de Pentecostés de Hechos 2 presentó una gran oportunidad para predicar el Evangelio a los muchos extranjeros reunidos allí.


I.    PREPARACIÓN PARA COMENZAR UN GRAN MINISTERIO (Hechos 2:1-4)

    En la primera Pascua los israelitas fueron librados de la esclavitud de Egipto; así también en el Día de la Pascua murió Jesús por nuestros pecados.  En el primer Pentecostés Dios les dio la Ley por medio de Moisés en el monte Sinaí; y también en un Día de Pentecostés, Dios hizo descender al Espíritu Santo sobre los hombres para escribir la Ley en sus corazones.  Ciento veinte creyentes esperaban en el Aposento Alto la promesa de que Cristo enviaría al Espíritu Santo para ser el Consolador en el corazón de los hombres.  Todos estaban orando y esperando en el Señor.  Luego, el sonido del viento preparó sus corazones para recibir todo lo que Dios les había preparado para ese día.  Inmediatamente vieron repartidas sobre sus cabezas como lenguas de fuego que descendían del cielo, y recibieron por lo menos dos dones del Espíritu Santo: hablaron en otros idiomas y expusieron las verdades de Dios ante todo el pueblo, es decir, profetizaron.  El fuego, o las lenguas que parecían de fuego, eran el símbolo de la purificación de sus vidas espirituales.  Las lenguas habladas eran para facilitar que todos los extranjeros presentes, no creyentes, comprendieran bien el mensaje de Dios.


II.    PROCLAMACIÓN ENTENDIDA POR TODOS (Hechos 2:5-8)

    Cuando el Espíritu Santo comenzó a manifestarse entre los ciento veinte creyentes, pronto se reunió mucha gente para ver lo que sucedía.  En Jerusalén había, ese día, muchos grupos procedentes de bastantes países, y cada grupo entendía perfectamente sólo su propia lengua, aunque había alguna forma común para comunicarse la cual era deficiente.  Por eso Dios hizo ese gran milagro de las lenguas, para que todos entendieran bien el mensaje predicado por los cristianos.  Las lenguas que éstos hablaron eran los idiomas de todos los presentes y, en vez de armarse una confusión, todos los oyentes pudieron entender mejor el mensaje.  Sin embargo, fue tanta la sorpresa de que los discípulos hablaran en lenguas, para ellos mismos desconocidas y extrañas, que muchos pensaron que estaban borrachos.  Pero ésa no era otra cosa que el poder de Dios siendo manifestado en ellos para provecho de todos, y no sólo de unos pocos.  Si llegamos a un país y les predicamos a sus habitantes en una lengua que los nativos no entienden, de poco o de nada les servirá. Pero si les hablamos en su propia lengua, el provecho será grande.  Eso es precisamente lo que el Espíritu Santo hizo en el Día de Pentecostés.  Hizo que cada uno escuchara el mensaje en su propia lengua, para que recibiera mayor provecho.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Qué clase de lenguas hablaron los creyentes en el día de Pentecostés?  ¿Qué podemos aprender nosotros de ese pasaje?


2.    ¿Qué enseñanzas correctas obtiene usted sobre hablar en lenguas al leer  I Corintios capítulos 12, 13 y 14 de I Corintios?


III.    LA PROCLAMACIÓN DIRIGIDA A TODOS (Hechos 2:9-12)

    Ese gran evento fue presenciado por gente de muchos países.  Había del norte de Persia, gente que vivía más allá del río Tigris, de la Mesopotamia, también del sur de Asia Menor, Egipto, partes de África.  Prácticamente, había gente de todos los países que rodeaban el mundo antiguo, lo cual era suficiente principio para la expansión del Evangelio.  Es precisamente por eso que fue necesario el milagro de las lenguas, para que todos entendieran el mensaje de la Palabra de Dios.  Dios siempre ha tenido interés en que todos los hombres conozcan Su Palabra.  Esta no es sólo para cierta gente privilegiada, o para los que entienden hebreo y griego, sino para todos.  Fue un error grande, y aun grandísimo, el de la Iglesia Católica Romana al privar a la gente de la lectura de la Palabra de Dios, dejando ese privilegio sólo para unos cuantos.  En ese Día de Pentecostés, Dios demostró que Su voluntad es que el mensaje del Evangelio esté en las lenguas comunes, las lenguas de la gente.  Es precisamente por ese ejemplo, y por el valor de muchos creyentes devotos que desafiaron las órdenes de la Iglesia Romana, que nosotros hemos llegado a conocer la verdad del Evangelio.


PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Puede identificar en un mapa de los tiempos de Cristo que aparecen en su Biblia, todos los lugares mencionados en Hechos 2:9-11?  Si no puede, ¿le gustaría saberlo?

2.    ¿Qué efecto tuvo en la propagación del Evangelio el hecho de que hubiera personas de diferentes países en el día de Pentecostés?

3.    ¿Qué podemos hacer para que el mensaje del Evangelio sea comprendido también por las personas que hablan algún dialecto indígena en nuestro país?


PARA MEDITAR

1.    Dios usa a las naciones como instrumentos para Su propósito redentor, pero son los individuos quienes tienen que llevar el mensaje a cada persona, sea cerca o lejos.

2.    ¿Ha podido su vecino oír el mensaje en su propia lengua a través de usted?

3.    Los creyentes necesitamos el poder del Espíritu Santo en cada instante de nuestras vidas, no sólo para producir en nosotros el fruto del Espíritu Santo, sino también para impartir efectivamente el mensaje de salvación a otros.


ILUSTRACIÓN

“Vive en toda lengua”

    Un misionero norteamericano fue enviado una vez a Birmania (hoy República Myanmar), en el sudeste de Asia, a investigar más acerca de la lengua que se habla allí.  Él hablaba birmano, y caminó por el país por muchos kilómetros.  Una vez acampó cerca de una pequeña aldea y pronto escuchó que estaban orando en birmano. Para sorpresa suya, no mencionaban para nada a Buda, ni a otro ídolo, sino el nombre de Cristo Jesús.  Pero, más que todo se sorprendió porque sabía que jamás había llegado un misionero cristiano a esa tierra.  Así que penetró en la aldea y comenzó a investigar.  Pronto se dio cuenta de que el jefe de ese lugar había visitado años antes otra aldea muy lejana, en donde compró cierto artículo.  Éste se lo dieron envuelto en un pedazo de papel impreso, el cual era una página de la Biblia.  Lo leyó y pronto encontró la salvación de su alma en Cristo, quien lo limpió de todo pecado.  Después de él, otros también creyeron.

--Friend Witness


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