LECCIÓN 11  (regresar al índice)

EL TESTIMONIO ANTIGUO Y EL NUEVO


PARA ESTUDIO: Lucas 2:1-3, 29-32.
LECTURA DEVOCIONAL: Salmo 119:1-8.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Salmo 119:11.


PROPÓSITO

    Valorar la obra hecha por Cristo, Quien nos vino a rescatar de la Ley y a hacernos partícipes de un pacto superior.


BOSQUEJO

I.       LAS DIFICULTADES DEL PRIMER PACTO (Salmo 119:1-9)
II.      ENTRE LOS DOS PACTOS (Lucas 2:1-3)
III.    SUPERIORIDAD DEL NUEVO PACTO (Lucas 2:29-32)


IDEA CENTRAL

      En el Antiguo Pacto, los hombres conocían la ley pero no tenían el poder para cumplirla.  Por eso el pecado explotaba a la ley, ya que la inclinación de los hombres a pecar era más fuerte que cumplir con la ley.  En realidad, se podría decir que ésta era una debilidad del Antiguo Pacto.  En cambio en el Nuevo Pacto se le capacita al hombre para que pueda cumplir con la ley y enfrentar victoriosamente al pecado.


I.    LAS DIFICULTADES DEL PRIMER PACTO (Salmo 119:1-9)

      El primer pacto fue sellado entre Dios y Abraham, cuando Dios lo sacó de Ur de los caldeos y lo llevó a una tierra nueva.  Ambos hicieron un pacto por el cual Dios se comprometía a bendecirlo y multiplicarlo, a cambio de una fiel obediencia a Sus preceptos.

      En el tiempo de Moisés, Dios confirmó Su pacto dando la Ley que regularía los convenios.  Todo el pueblo en esa ocasión se comprometía a guardar la Ley del Pacto.  Sin embargo, la realidad fue otra.  El pueblo permaneció quebrantando la Ley una y otra vez, a pesar de la fidelidad y misericordia de Dios.  ¿Por qué sería todo esto?

      La Ley hacía provisión para el perdón de los pecados, pero no había ninguna provisión para cambiar los corazones de los pecadores.  Era un círculo de pecado y perdón repetido muchas veces.  Por eso dice: “Bienaventurados los perfectos de camino, los que andan en la Ley de Jehová” (vs. 1).  Porque el cumplimiento de la Ley era humanamente difícil.  El salmista (Salmo 119:4-6) observa que la voluntad de Dios es el cumplimiento fiel de la Ley; sin embargo, reconoce su incapacidad espiritual para hacerlo y su deseo de que sus caminos “fuesen ordenados “para no salir avergonzado, sino triunfante en el cumplimiento de la Ley.


PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Por qué razón cree usted que Dios dio primeramente la Ley, en vez de dar de una vez la gracia?  ¿Podrían los hombres haber comprendido plenamente la gracia sin antes haber conocido las altas demandas de la Ley?

2.    ¿Por qué era difícil cumplir la Ley?  ¿Qué hizo Dios para evitar esa dificultad?

II.    ENTRE LOS DOS PACTOS (Lucas 2:1-3)

      La Biblia no hace referencia a los eventos sucedidos en Su pueblo después de su restablecimiento en Judea, hasta el nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús.  La razón seguramente fue enfatizar, con el silencio, la expectativa de la más grande de las revelaciones: Dios revelándose a los hombres en Jesús.  En la Biblia hay 400 años de silencio entre los dos Testamentos o Pactos.

      Las narraciones bíblicas terminan durante el período de la dominación de los persas, quienes permitieron la reconstrucción de Jerusalén y la restauración de la vida judía en todos los aspectos religiosos y sociales.  Su gobierno era de una libertad moderada.  En el año 331 a. C., Darío III de Persia fue derrotado por los griegos bajo el mando de Alejando Magno.  Éste fue suficiente benigno con los judíos, no causó daños a Jerusalén y les concedió ciertas libertades.  Durante este período, se difundió la cultura y el idioma griego por todos sus dominios.  Por esa razón, al escribirse los diferentes libros del Nuevo Testamento, se hizo en griego.

      Muerto Alejandro, se dividió su imperio en cuatro partes, quedando Judea por un tiempo bajo Siria, y después, bajo Tolomeo de Egipto.  Su suerte era siempre buena y Alejandría, en el norte de Egipto, llegó a ser uno de los principales centros de influencia judaica.

      En el año 198 a. C., Antíoco el Grande, de Siria, reconquistó Judea y, al gobernar su sucesor Antíoco Epífanes en 174 a. C., éste emprendió una cruel persecución contra los judíos para destruirlos.  En Jerusalén, en el año 168 a. C., Antíoco Epífanes profanó el Templo y sacrificó un cerdo en el altar.  Luego edificó un altar a Júpiter, impuso la pena capital por practicar la circuncisión, destruyó todos los ejemplares que pudo encontrar de las Sagradas Escrituras, y cometió muchas atrocidades más.  Todo esto causó la sublevación de los Macabeos, encabezada por Matatías, quien murió en el año 166 a. C. Sin embargo, la batalla continuó.  Su hijo Judas reconquistó Jerusalén, purificó y consagró el Templo una vez más.  A la rebelión de los Macabeos siguió un período de cien años de vida independiente.

      En el año 63 a C., los romanos comandados por el general Pompeyo, conquistaron Judea y nombraron a Antípater, descendiente de Esaú, como gobernador sobre los judíos.  Su hijo, Herodes el Grande, es el cruel rey Herodes mencionado en los Evangelios, que gobernaba Judea cuando nació Jesús.

PREGUNTAS

1.    ¿Por qué cree usted que Dios permitió que los judíos fueran súbditos de reyes y emperadores extraños –gentiles- durante ese largo período?

2.    ¿Por qué permitió Dios la sublevación de los Macabeos?  ¿Fue Dios quien los dirigió?

3.    ¿Qué significaba para los judíos y para Dios la profanación del Templo?

III.    SUPERIORIDAD DEL NUEVO PACTO (Lucas 2:29-32)

      Todo ese período había transcurrido en medio grandes pruebas.  La enseñanza de la Ley se había corrompido en manos de los que la impartían y la aplicaban.  Pero, mientras tanto, había hombres devotos que confiaban en las promesas de Dios de enviarles un Redentor.  Ante la poca efectividad del primer pacto, Dios les había prometido uno nuevo y más eficaz, como lo leemos en Jeremías 31:33: “Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo”.

      Simeón era un hombre justo y piadoso, el Espíritu Santo estaba sobre él.  Dios le había revelado que no vería la muerte, sin antes haber visto la salvación de Israel, o sea, a Jesús.  En efecto, vio la salvación de la servidumbre y las dificultades que había bajo la Ley.  Jesús podría ahora escribir la Ley más bien en los corazones, o sea, en los deseos de los hombres, en vez de que permaneciera escrita en un libro o en tablas de piedra.  Eso es el Nuevo Pacto.  Dios habla a los hombres para que éstos crean en Jesús y, como consecuencia, Cristo cambia sus deseos, haciéndolos nuevas criaturas.

      El Evangelio también trajo buenas nuevas para los gentiles, porque ahora “todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).  Toda persona que, según el Nuevo Pacto, cree en Jesús, experimenta la Ley escrita en su corazón y, como resultado, la vida eterna.


PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Cuáles son los puntos básicos de la superioridad del Nuevo Pacto sobre el Antiguo?

2.    ¿Cómo supo Simeón que aquel pequeño niño llamado Jesús era el Salvador del mundo?

3.    ¿Podemos nosotros escoger vivir bajo la Ley teniendo acceso a la gracia?

4.    ¿Qué sucede si escogemos vivir bajo la Ley en nuestros días, a la luz de Gálatas 2:21; 5:4?


REFLEXIÓN

1.    Cuando Cristo ha escrito Su Ley en nuestros corazones, nos da gozo servirlo y obedecerlo; pero cuando Su Ley no está en nosotros, Sus mandamientos son verdaderamente una pesada “ley”.

2.    Cristo vino para librarnos de la ley del pecado, para que ya no estemos esclavizados a ella.  “El que practica el pecado es del diablo” (Juan 3:8).

3.    Una persona que habiendo conocido la salvación en Cristo, vuelve a hacerse esclavo de la Ley o del pecado, es comparado a la “perra que se vuelve a su vómito”.

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