LECCIÓN 1  (regresar al índice)

LOS DOS REINOS


PASAJE PARA ESTUDIO: I Reyes 12:12-20-
LECTURA DEVOCIONAL: Proverbios 16:12-20.
TEXTO PARA MEMORIZAR: Proverbios 14:34.

PROPÓSITO

1.    Superar las condiciones negativas que destruyen la unidad de la Iglesia de Cristo, o sea, la comunión de los ciudadanos de Su Reino.

2.    Promover dentro de la Iglesia la unidad que es fruto del Espíritu Santo.

PUNTOS IMPORTANTES DE LA LECCIÓN

I.      LA MALA DECISIÓN DE UN REY (I Reyes 12:12-15)
II.    REACCIÓN DE UN PUEBLO REBELDE (I Reyes 12:16-20)


IDEA CENTRAL

       El pecado del rey Salomón tuvo consecuencias trágicas para la nación israelita.  Además, la mala decisión de Roboam aceleró el cumplimiento de la profecía de que Israel sería dividido.  La nación fue dividida en dos reinos.  En el reino del norte quedaron 10 tribus bajo el gobierno de Jeroboan, y se les conoce como “El Reino de Israel”.    Mientras que en el reino del sur quedaron dos tribus, Benjamín y Juda, bajo el gobierno de Roboam, y se les conoce como el Reino de Juda.  La tragedia de esta división consiste en que, Israel después de ser una nación poderosa y próspera, se dividió en dos reinos débiles.

DESARROLLO DE LA LECCIÓN

    Todos recordamos el reinado de Salomón con toda su gloria y grandeza.  Cuando murió, su hijo Roboam marchó apresuradamente a Siquem para ser reconocido por todo el pueblo como el heredero del trono.  El pueblo estuvo listo a ofrecerle su lealtad, pero con la condición de que redujera los fuertes impuestos que su padre Salomón había exigido de ellos.  Roboam no accedió a su petición, y esto causó la división del reino entre Judá e Israel. La razón fue una sola, el egoísmo del rey.  Sus propósitos eran egocéntricos sin importarle los intereses del pueblo.


I.    LA MALA DECISIÓN DE UN REY (I Reyes 12:12-15)

    Cuando Roboam, hijo de Salomón, heredó el reino, Jeroboam llegó del exilio para dirigir al pueblo en sus demandas al nuevo rey.  Jeroboam había protagonizado una pequeña rebelión contra Salomón después de encontrarse en el camino con el profeta Ahías. Este había tomado su capa, la había roto en doce pedazos, y había dado diez a Jeroboam, indicándole con ello que Dios dividiría el reino y le daría a él diez tribus por causa del pecado de Salomón.  Todo esto hacía que Jeroboam se mantuviera siempre atento a la oportunidad para apoderarse de lo que le correspondía, según las palabras del profeta.

    Lo que el pueblo solicitó al nuevo rey Roboam, fue que le disminuyera los impuestos y los trabajos forzados.  Las del pueblo parecían muy razonables.  Pero Roboam no oyó con mucho agrado aquella petición, y les pidió tres días de plazo para resolverles.  Mientras tanto, Roboam fue en busca de consejo, como deben hacerlo todos los gobernantes.  Acudió a los ancianos del pueblo para ver qué pensaban ellos.  Su consejo, naturalmente, fue que accediera a su petición.  Le dijeron: “Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (I Reyes 12:7).  El consejo de los ancianos era bueno y acertado.  Si el rey respondía amablemente y mostraba su buen deseo de ayudar al pueblo, éste estaría listo a servirlo como rey durante toda su vida.  Pero esas palabras no satisficieron al rey, porque no estaban de acuerdo con sus propias ambiciones.  Es así como el rey dejó el consejo de los ancianos, y buscó el consejo de los jóvenes que se habían criado juntamente con él. El consejo de éstos fue sin sabiduría, y podemos muy bien hacer una comparación entre éste y el de los ancianos.  Ellos le aconsejaron que respondiera así: “El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre.  Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones”.

    Lamentablemente, Roboam siguió el consejo de los jóvenes, y fueron esas palabras las que contestó al pueblo cuando sus representantes volvieron a él.  No oyó al pueblo, y así abrió las puertas al cumplimiento de las palabras del profeta Ahías, que Jeroboam reinaría sobre diez tribus de Israel.


PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Por qué razón Roboam no estuvo listo a recibir el consejo de los ancianos?  ¿Cuál habría sido el resultado al disminuir la carga del pueblo?

2.    ¿Por qué razón estuvo presto a escuchar el consejo de los jóvenes?  ¿Por qué no consultó a Dios primero?

3.    ¿Cuáles son los resultados de una mala decisión?


II.    REACCIÓN DE UN PUEBLO REBELDE (I Reyes 12:16-20)

Todo el pueblo estaba enojado por la respuesta negativa y dura que le había dado el rey, y comenzó a dar voces de rebelión: “¿Qué parte tenemos nosotros con David?”  “Israel, a tus tiendas”.  Y ¿qué parte tuvo en realidad Israel con David?  Israel perdió la promesa que Dios había dado a David, la promesa de la venida de Cristo y de Su reinado eterno.  Solamente Judá, con su aliado Benjamín, participaron de ella.  La causa fue que Israel mismo renunció a sus derechos de tener parte con David, y como consecuencia, a sus privilegios también.

Roboam no estaba satisfecho.  Pronto envió a Adoram a Israel para que cobrara los tributos por la fuerza.  Pero el pueblo se rebeló también contra éste, y lo apedreó hasta que murió.

Al saber todos los de las diez tribus rebeldes que Jeroboam había vuelto de Egipto, lo llamaron y lo hicieron rey sobre Israel.

Ahora, ante aquella situación tan grave, Roboam reunió un ejército de 80,000 soldados escogidos de Judá y Benjamín, para pelear contra Israel, y anexar a las diez tribus nuevamente a sus dominios.  Pero Dios les habló a través del profeta Semaías para que no fueran contra Israel, y ellos obedecieron la advertencia de Dios.

PREGUNTAS PARA DISCUTIR

1.    ¿Qué perdió Israel por haberse separado de Judá?

2.    ¿Cuál fue la causa verdadera para la división del reino?

3.    ¿Qué podemos aprender nosotros de esas experiencias?


PARA MEDITAR

1.    La decisión de un solo hombre puede causar una inmensa pérdida, o una inmensurable bendición a millones de personas.

2.    El destino eterno del alma depende de lo que uno escoja el verse frente a la voluntad de Dios.

3.    No se puede claudicar para siempre entre la obediencia y la rebelión.  Tarde o temprano descubriremos que “la paga del pecado es muerte”, pero que el caminar en obediencia nos conduce a la bendición eterna.

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